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Que todos sean uno

Que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste. Yo les di la gloria que Tú me diste, para que sean uno como lo somos nosotros. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean plenamente Uno (Juan 16, 21-23). Nosotros sólo seremos uno con Dios si, como Jesús, tenemos el coraje de descender a los abismos de nuestra alma y hacer que todo se empape del Espíritu y del amor de Dios. Entonces, en el fondo de nuestra alma, llegaremos a ser uno con Dios. Anselm Grün. Las bienaventuranzas un camino de plenitud

Orar es un acto sacrificial

Orar es, de muchas maneras, un acto sacrificial. Nos entregamos, nos ofrecemos, a Dios abandonando todo lo que somos y simplemente recitamos nuestro mantra. Éste es al mismo tiempo el desafío y la fuerza para enfrentarlo. Requiere nuestra confianza, y debemos aprender a confiar absolutamente. Lo que averiguamos a partir de nuestra propia experiencia es que cuando confiamos fielmente, el chorrito de vida se convierte en un torrente. Nuestro acto de confianza derriba las barreras de nuestro propio ego. Como descubrimos en nuestro propio proceso de peregrinación, éste es solamente un principio. Como dice San Pablo, "comenzamos en la fe, continuamos en la fe y arribamos a la fe". Nuestra vida cristiana, la fuerza de la vida de Cristo en nuestro interior, está en continua expansión y creciendo constantemente en nuestros corazones. La oración es una entrada a la proximidad de Dios. Dios puede ser encontrado en nuestros corazones. Y cuando oramos, entramos en Su espacio infi

¿Cómo es la experiencia de la oración?

La gente se pregunta a menudo cómo será la experiencia de la oración. En el fondo se preguntan qué es lo ocurre. En el silencio: paz. En el silencio: presencia. Y silencio más profundo. El camino hacia ese silencio necesita de nuestra paciencia, de nuestra fidelidad. Es necesario que, dentro de nuestra tradición cristiana, aprendamos a repetir el mantra. Como dijo Juan Casiano, el mantra contiene todo lo que la mente humana puede expresar y todo lo que el corazón humano puede sentir. Esa pequeña palabra conlleva y nos conduce al interior del silencio, el silencio de energía creativa. No debemos preocuparnos por el tiempo que nos lleve. "Para el Señor mil años son como un día". Lo único que importa es que estamos en el camino y el camino es la simplicidad de nuestra oración diaria, cada mañana y cada tarde el camino está explicado en las palabras de San Pablo a los romanos: Los exhorto pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcan sus cuerpos como una víctima

Nuestro mundo

Nuestro mundo necesita, urgentemente, hombres y mujeres arraigados en si mismos, confiando en su propio ser, confiando en su propia capacidad para el bien, su propia capacidad para amar y ser amados. Para esa confianza necesitamos sentimos completos y restaurados, al orar cada mañana y cada tarde. Una vez que estemos arraigados y en quietud, comenzaremos nuestra próxima gran tarea de aprender a estar atentos al misterio en el corazón de la creación, aprendiendo a vivir nuestras vidas en armonía con el misterio. ¿Qué significa estar vivo? Seguramente, es ser conscientes de estar vivos, de ser, y esa conciencia se intensifica por la conciencia que tenemos de la existencia de los otros, por la conciencia de la existencia de toda la creación, por nuestra conciencia de la existencia de Dios. Nuestra vida alcanzará profundidad y su plenitud humana, cuando comencemos a darnos cuenta de que existir es amar. Cada uno tiene la absoluta capacidad de amar y ser amado, y la oración es simplemente e

La oración es un descenso a las profundidades

La oración es, de alguna manera, como una excavación minera, ya que tenemos que ir a lo profundo de nuestro corazón, y -desde la perspectiva cristiana- este descenso a las profundidades de nuestro ser deja al descubierto el gran tesoro que cada uno de nosotros posee: el Espíritu de Dios en nuestro interior. Sería de mucha utilidad orar temprano en la mañana y temprano en la tarde. Cada uno tiene que encontrar, dentro de las cir¬cunstancias de su vida, los momentos que mejor le acomoden. Pero si pueden, mediten temprano como primera actividad de la mañana, y como primera actividad de la tarde. Es bueno llegar a la oración purificados, lavarse por lo menos la cara y las manos, de manera de limpiar el polvo del día o el aletargamiento de la noche. Este lavado nos prepara físicamente para permanecer alertas a la pureza de la oración. Luego debemos preparar nuestro espíritu respirando regular, calmada y profundamente. Esto preparará el escenario para el trabajo serio al que nos abocarem

Hemos sido creados para la simplicidad

Desgraciadamente, en nuestra sociedad compleja y egocéntrica, pensamos que la oración es algo extraordinario. Y, no obstante, es algo para lo cual hemos sido creados: para la simplicidad, la unicidad, floreciendo hacia un estado de absoluta paz y unidad. La oración es la parte más ordinaria de nuestras vidas, cuando somos de verdad nosotros mismos. En la quietud somos simplemente nosotros, no estamos recordando nuestros pasados egos ni luchando para convertir¬nos en una persona diferente de la que somos. En la quietud estamos cada vez más profundamente arraigados en Dios, la fuente creadora y el Ser Supremo, el "gran Yo Soy". En estos momentos de suprema cotidianeidad, vivimos de las profundidades de esa Eterna Existencia y no desde las superficialidades de nuestras identidades egocéntricas. La fuerza de nuestro ser nos pertenece en Dios. En épocas recientes, el cristianismo ha perdido contacto con uno de los misterios más significativos: la plenitud de esta fuerza otorgada c

Del Eclesiastés

Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. Viste ropas blancas en toda la sazón, y no falte perfume en tu cabeza. Goza de la vida con la mujer que amas, todo el tiempo de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Ecl 9,7-9

Nuestras vidas están ocupadas y son ruidosas

Nuestras vidas no sólo están ocupadas, sino que también son ruidosas. Pero si pretendemos cambiar nuestras vidas y descubrir su significado, profundizarlas y crecer verdaderamente en conciencia, tendremos que arraigarnos en el silencio, arraigarnos en el espíritu, en el misterio cuya profundidad nunca puede ser sondeada y cuyo significado se encuentra solamente en la consumación de esa unión. Cada uno es llamado a entrar en este misterio con asombro, con todo nuestro ser, en la total y completa inmediatez del momento presente, que es el momento eterno de Dios. Ser tocados por esta maravilla es reverenciar y, por lo tanto, conocer con una certeza absoluta que parte de nuestra propia experiencia, que la energía de la creación y la fuerzo del amor, habitan en el Corazón humano, en el silencio y la quietud de la pura conciencia. John Main OSB. Silencio y quietud

No debemos buscar experiencias

No debemos llegar a nuestra oración buscando experiencias, ni siquiera la experiencia de la luz o la iluminación. Llegamos a ella por¬ que hemos llegado a entender que cada uno de nosotros, en nuestras vidas, debe hacer contacto con lo esencial. Llegamos a la oración porque sabemos que no podremos vivir con significado, si no nos abrimos, con toda seriedad y disciplina, a la fuente de significado, que encontraremos en nuestro ser más profundo. Los que tenemos una vaga noción del Evangelio, sabemos que hemos sido creados por amor y para amar. Lo sabemos o por lo menos lo sospechamos. Pero también sabemos que no podemos demandar amor. El amor no puede ser ganado, el amor es dado y es revelado en Jesús, quien a su vez nos revela personalmente cuán grande es el amor de Dios por nosotros. El mismo Jesús nos ha dicho que Él ha puesto su amor en nuestros corazones, y al orar no nos lanzamos a ganar el amor de Dios o a merecer ese amor, sino que simplemente nos abrimos a Jo que nos ha sido da

Si son pacientes y fieles

Si son pacientes y fieles (y la oración les enseñará a serlo), la oración los conducirá a reinos de silencio cada vez más profundos. Es en el silencio que somos conducidos al misterio del silencio eterno de Dios. Esto es lo que nos dice San Pablo en una de sus cartas, escrita a los Efesios, cuando les cuenta -a personas que no son diferentes de nosotros- cuál es la promesa de la vida cristiana. “Vino a anunciar la paz; paz a ustedes que estaban lejos y paz a os que estaban cerca. Pues por Él unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu “ De eso se trata la oración: acceso al Padre en el Espíritu único, el Espíritu que habita en vuestro corazón y en mi corazón, el Espíritu que es el Espíritu de Dios. La oración cristiana es simplemente apertura a ese Espíritu, en lo profundo de nuestro ser, en total sim¬plicidad, en total humildad, en total amor. John Main OSB. Silencio y quietud

Es necesario orar todos los días

Es necesario orar todos los días y eso, también, es duro para las personas en nuestra sociedad actual: practicar una disciplina que no tiene que ver con el rédito que podremos sacar de ella, sino una disciplina simplemente involucrada en ser. Ser la persona para la que hemos sido creados es permanecer arraigados en lo profundo de nuestro propio centro espiritual. Para alcanzarlo, necesitamos sim-plemente retornar a diario, cada mañana y cada tarde, a la práctica. Repetir nuestro mantra, hacer sonar nuestra palabra, para entrar en una simplicidad cada vez más profunda. Aristóteles definió la eternidad como el "perpetuo ahora". La fuerza de la oración reside en buscar y permanecer totalmente en este preciso momento, sin pensar en el pasado, ni lamentándonos por él ni analizándolo. Ni tampoco planeando el futuro. Dios es Amor. Dios es ahora. Una de las cuestiones con las que nos enfrentamos cuando a pren¬demos a orar es la dificultad que tenemos para imaginar que el pen

Cuando comienzan a orar

Cuando comienzan a orar tienen que tener alguna motivación. Tienen que tener un objetivo que les permita continuar, un empujón para comenzar el camino. No hay mejor incentivo que el alcanzar este estado de armonía interior y exterior. La paz es un objetivo noble y al mismo tiempo unificador. En muchas de las Sagradas Escrituras, tanto dentro de las tradiciones orientales como de las occidentales, esta meta es descripta como un estado de bendición, de gloria, de salvación o simplemente de vida. La sensación es estar plena y humanamente vivos. Entonces, si necesitan una motivación para orar, ésa debería ser la mejor de las motivaciones. Pero una vez que comienzan a orar regular y diariamente, comenzarán a darse cuenta de que la oración opera por su propia dinámica. Una vez que hayan comenzado a orar, se darán cuenta de que cada vez tienen menos demandas y que ya no buscan recompensas. Oramos simplemente porque ésta es la forma más clara que he¬mos encontrado para alcanzar la sensa

El camino es simple

El camino es simple. Requiere cierta conciencia de su importancia, una dosis de humildad para comenzar y una cierta fidelidad y coraje para perseverar; la voluntad, sobre todo, de dejarnos conducir a la plenitud. Todas éstas son cualidades humanas esenciales y son las condiciones necesarias para cualquier contacto fructífero con la vida. El camino es un camino común. No oramos para hacer de la vida algo sensacionalista, sino para percibir la vida en todos sus aspectos como lo que es: un gran misterio. Nuestro mayor peligro y nuestra mayor tentación es complicarla. Pero si estamos verdaderamente en el camino, si la pobreza de la oración es el centro de nuestras vidas¬, seremos cada vez más simples. Veremos cada vez más profundamente la simplicidad de la llamada de Jesús a cada uno de nosotros, animán¬donos a dejar todo de lado para seguirlo a la infinita libertad de su unión con el Padre. John Main OSB. Silencio y quietud

La forma en que nuestra tradición

La forma en que nuestra tradición nos enseña a acercarnos a esta autorrevelación de Dios consiste en ser como niños, humildes, sin pensar, analizar o razonar. Esto lo alcanzamos por medio de la cons¬tante y simple repetición de nuestra palabra. Entonces, para orar, necesitamos sentamos en quietud con la espalda erguida. Al principio podrán querer rascarse la nariz o la oreja, pero deberán dejar todo de lado. Simplemente, siéntense en quietud. Luego deberán aprender a repetir vuestra palabra. Descubrirán, cuando avancen en la práctica, que estarán repitiendo el mantra en un nivel, mientras que en otro nivel habrá pensamientos dando vueltas por debajo y por encima de vuestra palabra. Ignórenlos a todos. Repitan su oración. Éste es el arte de la oración: repetir la palabra en el ojo silencioso de la tormenta. El misterio de la oración es que somos conducidos a experi¬mentar la quietud de la unidad por medio de la palabra, que es corno el sonido armonioso de Dios en nuestros corazones. N

He descubierto

He descubierto que los primeros que comprenden lo que es la oración son los no cristianos o las personas que no profesan ninguna religión. Para la mayoría de las personas que concurren a la Iglesia y para muchos sacerdotes, monjes y hermanas, la oración suena al principio como una técnica sospechosa de oración, como un nuevo método engañoso, o como una clase de terapia de relajación que, definitivamente, no puede llamarse cristiana. Este es el cuadro de situación: desesperante. Muchos son los cristianos que han perdido contacto con su propia tradición de oración. Ya no nos beneficiamos como deberíamos de la sabiduría y del consejo experimentado de los grandes maestros de oración. Todos estos maestros nos enseñaron que, en la oración, no somos nosotros los que tomamos la iniciativa. No estamos hablándole a Dios. Estamos escuchando Su palabra en nuestro interior. No lo estamos buscando. Es Él quien nos ha encontrado. Walter Milton lo expresó muy simplemente en el siglo XIV. Escribió

El camino es simple

El camino es simple. Requiere cierta conciencia de su importancia, una dosis de humildad para comenzar y una cierta fidelidad y coraje para perseverar; la voluntad, sobre todo, de dejarnos conducir a la plenitud. Todas éstas son cualidades humanas esenciales y son las condiciones necesarias para cualquier contacto fructífero con la vida. El camino es un camino común. No oramos para hacer de la vida algo sensacionalista, sino para percibir la vida en todos sus aspectos como lo que es: un gran misterio. Nuestro mayor peligro y nuestra mayor tentación es complicarla. Pero si estamos verdaderamente en el camino , si la pobreza de la oración es el centro de nuestras vidas¬, seremos cada vez más simples. Veremos cada vez más profundamente la simplicidad de la llamada de Jesús a cada uno de nosotros, animán¬donos a dejar todo de lado para seguirlo a la infinita libertad de su unión con el Padre. John Main OSB. Silencio y quietud

Una de las primeras cosas

Una de las primeras cosas que descubrimos al comenzar a orar es que estamos atestados de distracciones y que no es tan fácil ir más allá de ese nivel superficial de los análisis y planificaciones del ego, hacia lo profundo. Es humillante descubrir que después de toda nuestra educación, con todos los títulos alcanzados en tantas áreas de capacitación, no podamos permanecer en quietud más de unos instantes, mientras nuestra mente deambula creando fantasías ridículas con pensamientos que circulan por todos nuestros niveles mentales. No podemos permanecer en quietud. Cuando comenzamos a orar y descubrimos esto, se nos presentarán inmediatamente dos tentaciones enfrentadas. La primera será abandonar completamente y decir: "No tiene sentido, no vale la pena, esto me supera". La segunda tentación será decir: "Analizaré lo que está pasando". La primera tentación nos conduce a la desesperación o a evadir el desafío. La segunda es la tentación que nos conduce a la autoobs

La tradición meditativa

Lo que la tradición meditativa tiene para comunicarnos es que Dios no es un problema, ni nuestra vida es un problema. Dios es un misterio y nuestra vida es un misterio. En presencia del misterio lo único que tenemos que hacer es dejarlo estar. Concédanle al misterio ser en toda su plenitud. Déjenlo revelarse. Cuando oramos eso es exactamente lo que hacemos. Dejamos a Dios ser Dios. Nos dejamos estar en su presencia. Ese es su extraordinario poder. John Main OSB. Silencio y quietud

La oración es el camino de entrada

La oración es nuestro camino de entrada al momento presente. Todos tenemos la tendencia a vivir en el pasado o, tal vez, en el futuro. No vivan ni en el pasado ni en el futuro. Aprendan a estar presentes totalmente en el momento presente, en el ahora, el ahora que podemos describir como el eterno ahora de Dios. En gran medida, la infelicidad proviene de nuestra negación a permanecer en el ahora. Todo sufrimiento tiene su significado y si no lo aceptamos totalmente en su momento, habremos tenido la experiencia, pero perdido el significado. Entonces, en nuestra oración, tenemos que aprender a escuchar la palabra con total atención. Al hacerlo, debemos centrar nuestra conciencia en un punto único: la agudeza del sonido único de la oración, escuchándonos con una simplicidad y atención cada vez mas profundas y humildes. John Main. Silencio y quietud

Invadidos por la paz

Ocurre algunas veces que, a medida que oramos, especialmente en nuestros comienzos, somos invadidos por una profunda paz. Entonces decimos: "'Esto es maravilloso. ¿A dónde me llevará? ¿De qué se trata esto? Lo experimentaré". En ese momento, dejan de repetir la oración y lo más probable es que, cuando eso ocurra, la sensación de paz se habrá ido o se convertirá en un simple recuerdo. Pero ocurren aun cosas peores, porque, habiendo perdido esa sensación de paz, estarán determinados a recapturarla. Comenzarán, entonces, a repetir la palabra con mayor fuerza e intensidad, más egocéntricamente para tratar de alcanzar esa paz nuevamente. Sin embargo, la oración, como la describió San Juan de la Cruz, es un camino de desposesión. No estamos tratando de poseer la paz o a Dios, ni buscamos obtener gracias, consuelo o algo en particular. No estamos pidiendo nada. Oramos porque es necesario que medite¬mos, por lo tanto, meditemos sin demandas, renunciando a cualquier clase de ob

Percibo

Percibo lo angustiadas que están las personas que van a oírme, los desbordadas que se sienten por su relaciones o por su profesión, su desorientación, pero también que están buscando algo y que a veces son ellas mismas quienes se hacen sufrir. Y quiero aliviar su angustia hablándoles del mensaje de Jesús. Escucho las palabras que Jesús dijo a sus discípulos: "dadles vosotros de comer" Mc 6,37 Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Si no trabajamos en nuestra alma

Y si no trabajamos en nuestra alma, esta no puede convertirse en morada de Dios. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Las palabras

Las palabras, decían los antiguos monjes, nos conducen al misterio inefable de Dios, al espacio de silencio en el que Dios mora en los otros más allá de todas las palabras. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Mi fragilidad

Son precisamente mi propia fragilidad y la de mi comunidad las que me indican que mis cimientos no puedo echarlos ni sobre mí y mis capacidades ni sobre la comunidad, sino únicamente en Dios. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Cuando llegues allí

Cuando llegues allí, lo reconocerás. No ha sido nunca un extraño para ti. Willigis Jäger. La oración contemplativa

Quien siga el camino espiritual

Quien siga el camino espiritual, necesitará humildad. De lo contrario, se hinchara, es decir, sucumbirá a la tentación a la que el mismo Jesús se vio ya expuesto: servirse de la espiritualidad como un instrumento con el que ponerse por encima de otros y abusar de Dios en beneficio de la propia imagen. Dios no sirve ya entonces más que para inflar el propio ego. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Aprender a orar

Aprender a orar es aprender a soltar nuestros propios pensamientos, ideas e imaginaciones y descansar en las profundidades del propio ser. Jhon Main OSB. El camino de la meditación

En la oración sacamos la antorcha de la conciencia

En la oración sacamos la antorcha de la conciencia fuera de nosotros, y eso significa fuera del análisis egocéntrico de nuestra pro¬pia insignificancia. "Si los recuerdos de acciones pasadas continúan viniendo entre tú y Dios -dice el autor de La nube del no saber-, tienes que pasar por sobre ellos resueltamente, por tu profundo amor por Dios". En la oración llegamos a una conciencia más profunda de Dios en Cristo. Nuestro camino es el camino del silencio. El camino hacia el silencio es el camino de la oración. La nube del no saber nos advierte: "Y no reces con muchas palabras, sino con una pequeña palabra de una sola sílaba. Fija esta palabra firmemente en tu corazón, de manera que esté siempre allí, ocurra lo que ocurra. Con esta palabra suprimirás todos los pensamientos". El abad Chapman, en su famosa carta de Michaelmas de 1920 desde Downside, describe el uso simple y fiel de la oración, que él mismo había descubierto a partir de su valiente perseverancia e

Cuando se recoge el alma

Cuando se recoge el alma y se entra a su centro a solas libre y purgada de culpas, lucida y limpia de todas. Allí olvidada del cuerpo, no concurriendo a sus obras cerrada puerta y ventanas, porque no le estorbe cosa. Manda a todos los sentidos se suspendan y recojan: a los ojos que no miren; a los oídos que no oigan. Objeto desconocido Cesa la imaginación y las potencias aflojan, que todo lo que hay criado pone en olvido memoria. La razón no raciocina, y el entendimiento reposa que ni discurre, aunque entiende, y el afecto también obra. Y asi como otro Moisés se queda en el monte sola, dejando a la falda el pueblo y canalla gritadora. Allí trata con su dios; El la recibe gozosa, y ella, aunque en oscuridad, de su hermoso esposo goza. El en ella se recrea, y en Él ella se transforma, gustando de los regalos de su mano generosa. Recíbele alegremente contenta con cualquier cosa que hace, que quiere y permite, y dale las gracias a todas. Porque ya no siente pena de cosa adversa

A Ti, que duermes en mi pecho

"A Ti, que duermes en mi pecho, no se te encuentra con palabras, sino en la aparición de la vida dentro de la vida, y de la sabiduría dentro de la sabiduría. Contigo ya no hay diálogo, contienda ni oposición de ningún tipo. A Tí se te encuentra en la comunión! Tú en mí, y yo en Tí; Tú en ellos, y ellos en mí: desasimiento dentro del desasimiento, desapasionamiento dentro del desapasionamiento, vacuidad dentro de la vacuidad, libertad dentro de la libertad. Estoy solo. Tú estás solo. El Padre y Yo somos Uno". (95). Thomas Merton OSB. Diálogos con el silencio

En relación con la oración

En relación con la oración, la tradición nos enseña que el cristianismo no es, básicamente, ni una teología ni una ideología. No vive desde la mente. Es, en verdad, una apertura total y personal a la persona de Jesús. En esa apertura, somos tomados por El y llevados al Padre. El cristianismo es la religión de la trascendencia que nos ve trascendiendo nuestra propia vida limitada y entrando en la ilimitada vida de Dios. Enseñamos oración dentro de una tradición de oración que une a Juan Casiano y a los Padres del Desierto con La nube del no saber, del siglo XIV, y con, por ejemplo, el abad John Chapman del siglo XX. Enseña la forma esencial de responder a la verdad cristiana básica, plenamente abiertos a la realidad de la vida de Jesús en nuestro interior, más profundamente de lo que las palabras y pensamientos puedan alcanzar. Nos enseña que el camino a lo profundo, es una forma de discipulado espiritual. Debemos aprender a ser disciplinados. La disciplina esencial es nada menos q

Al presentarme en solitario ante Dios

Al presentarme en solitario ante Dios y salir a su encuentro, el camino que elija no es ni puede ser ya más que mi propio y personal camino. Ahí se trata en exclusiva de mi persona, de si yo me presento con honestidad ante ese Dios y trato realmente de descubrir lo que Él quiere de mí. Ninguna otra persona puede hacer eso por mí. Anselm Grun OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Dios ha dejado grabada una huella

Dios ha dejado grabada una huella de Él en nuestro corazón. Esa huella en nuestro corazón es el anhelo. Y el anhelo de Dios podemos siempre percibirlo. En el anhelo de Dios está ya Dios. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

La oración es la conciencia de Jesús

La oración es tan importante porque es la conciencia pura de Jesús que quema nuestro ego. Su gloria es el poder de una humanidad plenamente realizada, y el comprometernos en una relación con esa humanidad nos posibilita para actuar más allá de los confines de nuestras autolimitadas percepciones. La gloria es lo que quema lo pecaminoso. El camino cristiano se centra en Cristo, antes que en las ilusiones de nuestra prisión egocéntrica. No tenemos que concentramos en nuestras ilusiones o tendencias pecaminosas, sino, simplemente -y esto no significa fácilmente-, permitir que la gloria de Cristo las disipe, denunciándolas como la simulación que son. La gloria disipa completamente cualquier cosa que no sea gloriosa. De esto se trata la oración cristiana. No es el autorrechazo o la humildad engañosa. Ni tampoco la dependencia egocéntrica o el temor a un Dios paternalista. Ni tampoco es el juego psicológico de nuestra propia mente. La oración es transformación en gloria. Es vivir en

Para la gente de hoy

Para la gente de hoy, la palabra oración sugiere a menudo pasividad o inacción, pero no es ninguna de estas dos cosas. La oración es el camino a un estado pleno del ser. Verdaderamente es el estado del ser anterior a toda acción, y sin el cual toda acción tenderá a ser superficial, sin significado de permanencia. Toda acción sana en nuestras vidas debe fluir de nuestra unicidad con el ser. Esto significa que al orar aprendemos a estar absolutamente alertas y a aceptarnos a nosotros mismos de manera plena, amándonos y conociéndonos arraigados y fundamentados en la profunda realidad que llamamos Dios. Durante la mayor parte de nuestra vida, vivimos en el nivel superfi¬cial, reaccionando casi siempre a lo mediático. Pero, en la oración no reaccionamos ante estímulos externos. Aprendemos más bien a vivir desde las profundidades de nuestro ser, en donde encontra¬mos y respondemos al supremo y único estímulo: nuestro Creador. Cuando nos alineamos en respuesta a esa fuente que nos

Llega un momento en el tiempo

Llega un momento en el tiempo, después de haber comenzado a orar, cuando la novedad egocéntrica se empequeñece y se hace notar lo ordinario de ella. Es, irónicamente, en este momento, cuando nuestro egocentrismo comienza a desvanecerse y la experiencia de plenitud comienza a crecer, que mucha gente abandona. La fuerza que en ese momento nos permite continuar, permitiendo que el misterio se expanda en el centro de nuestro ser, es lo que llamamos fe. La Iglesia siempre ha sostenido que la fe es un don. La fuerza que nos permite viajar a lo profundo de lo ordinario de la oración es totalmente personal. Pone de manifiesto en nosotros una madura aceptación, pero que no es nuestra en el sentido pasivo o autode¬pendiente. Conocemos esa fuerza como la fe que el mismo Jesús nos comunica a través de su conciencia, que habita indivisiblemente en nuestro interior. Recibimos este poder de esta fuente que brota desde lo profundo de nuestro espíritu, en donde habita Su Espíritu. Lo recibimos tamb

La oración y nuestro compromiso con ella

La oración y nuestro compromiso diario con ella son, simple¬mente, el estado de conversión; el vivir, no desde la imaginación o ligados a las imágenes, sino el vivir arraigados en la realidad que es Dios. Lo conveniente, entonces, es ir más allá de todos los pensa¬mientos, más allá de la imaginación, a esta realidad de Dios. De eso se trata el repetir nuestra palabra, nuestra oración sagrada: trascender todo pensamiento y todas las imágenes abriéndonos a la suprema realidad de Dios, que es amor. Nuestra invitación como cristianos, la invitación que todos recibimos, es a vivir nuestras vidas en ese estado dinámico de conversión con una perspectiva infinita: toda la vida, toda la historia todo el tiempo iluminado por el amor de Cristo. La cruz es el gran símbolo cristiano porque su plano horizontal es interceptado por su plano vertical. La visión cristiana no presupone relegar esta vida ni es una negación de la historia o del tiempo, sino una apertura al gran acontecimiento de la propi

No sería digno

«No sería digno de la Iglesia ni de un cristiano ‘pasar de largo’ y pretender tener la conciencia tranquila solo porque se ha rezado». Papa Francisco . 3-sep-2016

Al estar en contacto con los demás

Al estar en contacto con los demás, despertamos a la verdad más profunda de nuestro ser, y podemos entonces aprender a viajar más allá de nosotros mismos. Por eso, orar regularmente, ya sea diaria o semanalmente, con el mismo grupo o comunidad, es un apoyo saludable en nuestro peregrinaje. Cuando estamos presentes los demás, no podemos mantener la ilusión de un transitar solitario. Y esta presencia física y espiritual nos recuerda un compromiso personal muy profundo con la quietud, el silencio y la fidelidad. El grupo o comunidad señala el fin de todo falso heroísmo y de toda autodramatización. Estar en contacto con las caídas y las limitaciones ordinarias de los demás, pone nuestra respuesta y nuestra fidelidad en un lugar adecuado, posibilitándonos equilibrar y armonizar nuestra vida. En presencia de los otros, nos conocemos a nosotros mismos. Cada día me sorprendo más frente al aspecto y la variedad de personas que verdaderamente escuchan el mensaje sobre la enseñanza de la

Sólo cuando sabemos

Sólo cuando sabemos que, por debajo de la culpabilidad de que todos nos hacemos una y otra vez reos, hay un espacio de inocencia, podemos desarrollar nuestra propia identidad, podemos convertirnos realmente en seres humanos. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos.

Las distracciones

Una de las primeras cosas que descubrimos al comenzar a orar seriamente es que estamos atestados de distracciones y que no es tan fácil ir más allá de ese nivel superficial de los análisis y planificaciones del ego, hacia lo profundo. Es humillante descubrir que después de toda nuestra educación, con todos los títulos alcanzados en tantas áreas de capacitación, no podamos permanecer en quietud más de unos instantes, mientras nuestra mente deambula creando fantasías ridículas con pensamientos que circulan por todos nuestros niveles mentales. No podemos permanecer en quietud. Cuando comenzamos a orar y descubrimos esto, se nos presentarán inmediatamente dos tentaciones enfrentadas. La primera será abandonar completamente y decir: "No tiene sentido, no vale la pena, esto me supera". La segunda tentación será decir: "Analizaré lo que está pasando". La primera tentación nos conduce a la desesperación o a evadir el desafío. La segunda es la tentación que nos conduce a

La autoconciencia

No se necesita saber mucho de la vida para percibir que la auto-conciencia nos engaña haciéndonos creer que el universo entero gira alrededor de nosotros ; o bien de concluir que la auto-conciencia es un estado deseable. Tal vez esta es la razón que nos trae a muchos a orar. No queremos ver el espejo y ver todo al revés el resto de nuestras vidas. Queremos ver a través de ello, más allá del espejo y más allá de nosotros mismos. Queremos ver con valentía en el infinito misterio de Dios. Pero cuando empezamos a sentir las primeras pérdidas de nuestra auto-conciencia y cuando empezamos a entrar en un silencio más profundo en la oración podemos sentirnos desubicados e incluso con miedo. Es aquí cuando necesitamos el apoyo de nuestros hermanos. Es por esto que es importante que nos reunamos con regularidad. Debemos darnos cuenta de que la fe es un regalo que nos es dado, como dice San Pablo, un regalo en abundancia si nos abrimos primero a romper totalmente ese espejo a martillazos. Y la fo

La oración

La oración es un proceso simple y natural. Es el proceso que nos revela como seres reales, abiertos sinceramente al Espíritu de Jesús que habita en nuestros corazones. Esta revelación sobreviene cuando renunciamos, y nos apartamos, de las manifestaciones externas de nuestra conciencia, tales como los pensamientos, las palabras y las imágenes, para movernos, en cambio, en el nivel de la propia conciencia. Hacemos silencio porque habremos entrado completamente en el Otro. En este silencio libre y plenamente consciente, nos abrimos naturalmente a la Palabra que procede de ese silencio. Ésta es la Palabra de Dios por la que somos llamados a la existencia, y por medio de la cual somos pronunciados por el Creador. Ésta es la Palabra viva en nuestro interior. Nuestra fe nos dice que estamos totalmente incorporados en esta Palabra, pero que es necesario conocerla completamente, en la altura, la profundidad y el aliento de nuestro espíritu, conocerla aunque esté más allá del conocimiento.

La única cosa

La única cosa que puede impedir resonar en la misma frecuencia que Cristo es lo que podemos describir como la autoconciencia, la hiperautoconciencia de si, el egoísmo. Creo que no es ninguna exageración decir que el pecado original es esta conciencia de sí, porque la conciencia de sí da origen a la conciencia dividida. Esto es como tener un espejo entre Dios y nosotros. Cada vez que miramos al espejo nos vemos a nosotros mismos y no a Él. El fin de la oración es romper ese espejo de modo que dejemos de ver los reflejos de las cosas (lo vemos todo al revés) incluyéndonos a nosotros mismos. La esencia de la oración es tomar por asalto al Reino de Dios. El espejo debe ser roto. Jesús está hablando acerca de superar la conciencia de sí, el ego reflejante, cuando dice que nadie puede seguirle si no se deja a sí mismo atrás. Ahora bien, no se necesita saber mucho de la vida para percibir que esta auto-conciencia nos engaña haciéndonos creer que el universo entero gira alrededor de nosotros

Isaías 65, 1

" Me he hecho el encontradizo con los que no preguntaban por mí; me he dejado hallar por los que no me buscaban. Dije: "Aquí estoy, aquí estoy", a gente que no invocaba mi nombre". Is 65,1

El plano de lo humano

Si abandonamos el plano de lo humano, el plano en el que nosotros herimos y somos heridos, si nos arrojamos enteramente en brazos de Dios, entonces seremos salvados, entonces todo cuanto hay en nosotros será sano integro, y estará libre de todo cuánto quisiera mantenernos cautivos. Anselm Grün OSB. La mística

Lo que tenemos que descubrir

Lo que tenemos que descubrir por nosotros mismos es que Dios es la raíz de la que brotamos. Él es la tierra de nuestro ser. La sensatez más elemental requiere que vivamos desde ese arraigamiento. Vivir nuestras vidas arraigados en Cristo, sabiéndonos arraigados en él, como experiencia cotidiana en nuestro cotidiano retorno a la oración, significa que entramos en una estabilidad radical que es inexpugnable al cambio, a lo pasajero, a la contingencia efímera. En el silencio de nuestra oración, alcanzamos una experiencia de nosotros mismos como más allá de lo contingente. Sabemos que somos y que estamos en Dios y en Él descubrimos nuestra identidad esencial y significado único. La maravilla de la oración cristiana es que descubrimos que tenemos un sentido para Dios. Lo sorprendente, lo apenas creíble de la revelación cristiana es que nuestro sentido está nada menos que llevar a Dios a la perfección. Es decir, estar tan en armonía con Él que reflejemos todo el brillo de su propia gloria, t

Lo que sabemos

Lo que sabemos de las enseñanzas de Jesús es que nos llenamos infinitamente de vida cuando somos uno con la fuente de nuestro ser y entramos de lleno en unión con nuestro Creador, el Uno que es, un Dios que se describe como "Yo soy". John Main OSB. El camino de la meditación. Momento de Cristo

Durante la oración

Durante la Oración nos apartamos de todo aquello que es temporal para poder conocer aquello que es eterno. John Main OSB. El camino de la meditación. Momento de Cristo

Los cristianos de Aubergne

Hablando de los montañeses cristianos de Aubergne dice: Es un grato placer para mí, recordar gente tan buena y cariñosa y hablar de ella, aunque ya no conservo detalles. Recuerdo su simpatía y bondad para conmigo. Inspiraban verdadero respeto y creo, que en cierto modo, eran realmente Santos. Eran Santos en el modo más afectivo y eficaz: Santificados por llevar vidas ordinarias de una manera completamente sobrenatural: santificados por la oscuridad, por las habilidades usuales, por las tareas comunes, por la rutina, que recibía una gracia sobrenatural de la Gracia contenida y de la unión de sus almas con Dios en fe profunda y caridad. Su granja, su familia y sus iglesias eran todo lo que ocupaba estas buenas almas: sus vidas eran completas. Thomas Merton OSB . La montaña de los siete círculos.

No puedo lograr nada de esto

No puedo lograr nada de esto mediante un esfuerzo personal, gracias a mis afanes o a la competición con otros seres humanos. Tengo que abandonar todos los caminos que los hombres pueden seguir o comprender. Yo, que estoy sin amor, no podré llegar a ser amor si el Amor no me identifica consigo mismo. Pero si él envía Su propio Amor, a Si mismo, para actuar y amar en mí y en todo cuanto yo hago, entonces seré transformado, descubriré quién soy y poseeré mi verdadera identidad perdiéndome en Él. Esto es lo que se llama santidad. Thomas Merton OSB. Nuevas Nuevas semillas de contemplación

El amor

El amor constituye el fin de toda contemplación puesto que esta no es un fin en sí misma. La contemplación no es la santidad. La plena madurez de la vida cristiana, de la cual la contemplación es uno de tantos medios, aunque quizá sea uno de los más eficaces de todos ellos, consiste esencialmente en el amor perfecto de Dios y de los otros hombres. Tomás Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación

Que camine más despacio

Que camine más despacio, Señor. En medio del aturdimiento de este día, concédeme la quietud de los montes eternos. Frena el acelerado latir de mi corazón reduciendo al silencio mi alma. Que mis raudos pasos se vuelvan más pausados al contemplar el dilatado tiempo de la eternidad. Enséñame el arte de la mirada libre. Que camine más despacio, para que pueda mirar una flor, intercambiar un par de palabras con un amigo, acariciar a un perro, leer un libro. Que camine más despacio, Señor, y despierta en mí el deseo de hundir a fondo mis raíces en el fundamento eterno, para de ese modo alcanzar mi verdadero destino. Anselm Grüm OSB. La mística

El camino

El camino no consiste en buscar sino en dejarse encontrar. Hemos olvidado quiénes somos realmente y por eso nos ponemos buscar, hasta que finalmente nos damos cuenta de que ya hemos sido encontrados, pues no somos los buscadores, sino los buscados. Así, el camino del hombre es un regreso a casa en sí mismo, a su esencia más profunda. Wlligis Jäger . En busca del sentido de la vida.

Sólo si nos mantenemos

Sólo si nos mantenemos en el modo de ser de Jesús, el sabernos uno con Dios no será un delirio, sino un impulso a vivir como él, perdiendo nuestra autorreferencia. En el "en mí" de Jesús (permaneced en mí Jn 15,4) se oculta toda la profundidad de la realidad que se va a desvelando en la medida en que nos vamos desalojando de nosotros mismos y adentrando en Él. Cuando la presencia de Cristo en nosotros es correspondida con nuestra entrega a Él, permanecemos recíprocamente en el otro y nos vamos haciendo uno. Javier Melloni SJ. El Cristo interior

El ojo en el que veo a Dios

El ojo en el que veo a Dios es el mismo en el que Dios me ve: mi ojo y el ojo de Dios es un solo ojo, un solo ver y conocer y amar. Maestro Eckhart. Sermón XII

El camino místico

El camino místico cambia al hombre desde dentro. La sabiduría, el desinterés, el recogimiento interior y el comportamiento ético brotan de este proceso de transformación interior y abre nuestra conciencia más allá de la comprensión personal. Willigis Jager. La oración contemplativa

El reino de Dios

El reino de Dios está en ti y a tu alrededor; corta un trozo de madera y ahí estaré, levanta una piedra y me encontraras. Evangelio de Tomas (no canónico)

La parte más importante

La parte más importante de la oración cristiana es permitir que la misteriosa presencia de Dios dentro de nosotros se convierta más y más, no solamente en una realidad, sino en la realidad que da significado, forma y propósito a todo lo que hacemos, a todo lo que somos John Main OSB. http://permanecerensuamor.com/father-john-main-osb/

Cuando oramos

Cuando oramos en silencio entramos en un modo sincero de oración al cual los primeros cristianos llamaban oración pura, pura porque purifica al corazón de imágenes, deseos y temores y de toda complejidad asociada a los mismos. Lo que es puro es simple, estamos hablando de algo que es puro y simple. Entonces, cuando oramos en silencio, no estamos hablándole a Dios, no estamos pensando en Dios en forma complicada, no estamos trayendo nuestros problemas a su puerta, ni estamos dejándoselos pinchados en su cartelera, ni estamos dramatizando nuestra relación con Dios y pidiéndole que resuelva nuestros problemas por nosotros. Laurence Freeman OSB. Reflexiones semanales

Seguimos atados

Seguimos atados a inercias que nos frenan. En esta Pascua colectiva que estamos pasando nos resistimos a quedarnos sin imágenes de Dios. Tenemos la tentación de retener las antiguas y ello nos priva de un Dios mayor. La resurrección de Jesús nos introduce en un dinamismo que apenas ha comenzado. El nuevo estado de existencia que inaugura no puede agarrarse entre las manos, ni con los sentidos, ni con la mente, ni con las palabras, ni con los conceptos. Podemos indicarlo en lontananza, y para ellos disponemos de los dogmas, que no son fórmulas estáticas en las que pudiéramos encerrar a Dios, sino señales en el camino que indican una dirección a seguir para aventurarnos en un Misterio siempre mayor. Toda palabra o formulación sobre Dios es sólo un balbuceo, un comienzo, nunca un acabamiento que a Él lo pudiera contener y a nosotros detener. Javier Melloni SJ. El Cristo Interior

Soy lo que soy

Soy lo que soy por la gracia de Dios, dice el alma. Pues solamente soy lo que Dios es en mí y no otra cosa; y Dios es lo mismo que eso que él es en mi; pues nada es nada, pero lo que es, es; y por ello si soy, no soy sino lo que Dios es; y nadie es, sino Dios; por ello no encuentro más que a Dios allí donde penetro, pues, a decir verdad, nada hay sino Dios. Margarita Porete. El espejo de las almas simples

El cielo proclama la gloria de Dios

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Sal 18

El verdadero contemplativo

El verdadero contemplativo no es el que prepara su mente para un mensaje particular que él quiere o espera escuchar, sino el que permanece vacío porque sabe que él nunca puede esperar o anticipar la palabra que transforma su oscuridad en luz. Ni siquiera llega a anticipar una clase especial de transformación. No pide la luz en lugar de oscuridad. Espera la palabra de Dios en silencio Y cuando es "respondido" no es tanto por una palabra que brota del silencio. Es por su silencio mismo cuando de repente, inexplicablemente, revelándose a él como la palabra de máximo poder, se llena de la voz de Dios. Nadie se convierte en verdadero contemplativo por oscurecer las realidades sensibles, y permanecer solo consigo mismo en la oscuridad. En primer lugar, uno que hace eso, como un montaje a propósito, como conclusión de un razonamiento práctico, y sin una vocación interior, sencillamente entra en una oscuridad artificial que se ha fabricado él mismo. No está solo con Dios, sino co

Tendemos

Tendemos a pensar en la oración como inactividad. Creo que mucha gente piensa que la oración es o algo que nos prepara para la acción o algo que nos refresca después de la acción. Pero cuanto más oramos, somos más conscientes de que la oración no es un camino de inactividad. Se encuentra inmersa en el camino de la acción, es más bien el centro de la acción. Creo que podríamos describir a la oración como "pura acción". Es una de las formas más elevadas de acción humana y al ser pura acción nos conduce al reino de "la pura existencia". Aquel que sigue el camino de la oración no rechaza nada. No rechazamos nada de nuestra propia persona y nos descubrimos, en cambio, integrados con rodas nuestras fuerzas y todos nuestros dones. El don de nuestra propia creación integrado, en armonía con la fuente de nuestra existencia, en armonía con el ser. Lo difícil para nosotros es permanecer en quietud y aprender a repetir la oración con fe. Al orar, entramos en contacto con no

El verdadero contemplativo

El verdadero contemplativo no es el que prepara su mente para un mensaje particular que él quiere o espera escuchar, sino el que permanece vacío porque sabe que él nunca puede esperar o anticipar la palabra que transforma su oscuridad en luz. Ni siquiera llega a anticipar una clase especial de transformación. No pide la luz en lugar de oscuridad. Espera la palabra de Dios en silencio Y cuando es "respondido" no es tanto por una palabra que brota del silencio. Es por su silencio mismo cuando de repente, inexplicablemente, revelándose a él como la palabra de máximo poder, se llena de la voz de Dios. Nadie se convierte en verdadero contemplativo por oscurecer las realidades sensibles, y permanecer solo consigo mismo en la oscuridad. En primer lugar, uno que hace eso, como un montaje a propósito, como conclusión de un razonamiento práctico, y sin una vocación interior, sencillamente entra en una oscuridad artificial que se ha fabricado él mismo. No está solo con Dios, sino co

En la soledad

En la soledad he descubierto al fin, mi Dios, que Tú deseas el amor de mi corazón tal como es: el amor de mi corazón humano. He descubierto y he sabido gracias a Tu inmensa misericordia, que el amor de un corazón roto, pobre, y abandonado te es más grato y atrae Tu compasiva mirada. Tu deseo y Tu consuelo, Señor, es estar muy cerca de los que te llaman Padre. Tal vez no tengas mayor "consuelo" (si me permites expresarlo así) , que consolar a tus afligidos hijos y a quienes acuden a Ti pobres y con las manos vacías, sino otra cosa que su humanidad, sus limitaciones y una enorme confianza en Tu misericordia. Thomas Merton OSB. Diálogos con el silencio

Pero te quiero a ti

Pero te quiero a ti, que eres justicia e inocencia, hermosa y decorosa luz, saciedad insaciable para los hombres honestos. San Agustín. Confesiones
Cuanto más nos parezcamos a Él en este mundo, más perfecta será nuestra divinizacion. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El fundamento de nuestra vida es la “manifestación de Dios en la carne “. Si la esperanza de la deificación está enraizada en lo más profundo de nuestro ser, el camino hacia ella pasa por la adopción de la vida de Dios, que se nos manifestó en nuestra forma de existencia. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Todos los Padres han enseñado que ver el propio pecado es más importante que tener apariciones de ángeles. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Si la inmortalidad, que nos ha sido prometida en Cristo a través de su resurrección, es personal, no tendremos el deseo “de ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha preparado para este destino es Dios, el mismo que nos ha dado en prenda el Espíritu “ (2 Corintios 5,4-5). La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Penetrando en la profunda sabiduría del Creador, aceptamos los sufrimientos que se requieren para adquirir la Eternidad divina. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El camino de nuestros padres exige una fe firme y una gran paciencia; nuestros contemporáneos, en cambio, intentan adquirir los dones espirituales, incluida la contemplación inmediata del Dios absoluto, bajo presión y enseguida. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Sin la fe en Él nadie puede discernir el veneno mortal del pecado que actúa en nosotros. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Solo la morada y nosotros de Aquel que nos ha dado estos mandamientos nos ayudará a cumplirlos. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
La práctica prolongada de la oración transforma nuestra naturaleza caída, hasta el punto de que nos hace capaces de recibir la santificación por la Verdad que se revela a los otros, aun antes de que dejemos este mundo. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Los hombres, portadores de verdades relativas, solo luchan por el triunfo de sus ideas y a menudo con fanatismo; fragmentan el ser y lo llevan todo a la ruina. Absolutizan en su ceguera el aspecto positivo de sus ideas políticas y están dispuestos a eliminar a quienes quisieran que la vida estuviera construida sobre fundamentos mejores, más humanos; y, ante todo, sobre los mandamientos de Cristo, condenado a muerte a causa de su predicación del amor. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
No hay ningún hombre quien no esté de algún modo presente la luz, pues Dios ilumina “ a todo el que viene a este mundo “ (Juan 1,9). La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
La presencia de nosotros del orgullo, del juicio contra los hermanos, del desprecio y del odio al prójimo nos alejan del Señor. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Tan solo la delicada presencia del Espíritu Santo en nosotros da a nuestro espíritu la posibilidad de permanecer en una atenta sobriedad interior. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Dios nunca fuerza a la voluntad del hombre, pero tampoco es posible obligarle a Él a hacer esto o aquello. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Todos los que se aventuran en la compleja lucha por alcanzar la santa eternidad, se encontrarán necesariamente confrontados con la animadversión del mundo circundante, que se ha apartado de la oración. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El abandono en Dios resulta necesario para que nadie se apoye en sus propias fuerzas, sino que continúe en el seguimiento del Señor en su ascensión al Gólgota, la montaña más elevada de todas espiritualmente. Aunque semejante intento sea insuficiente, regenera al hombre y le da fuerzas renovadas para alcanzar su semejanza con Cristo. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El que ha conocido la fuerza del amor a los enemigos ha conocido al Señor Jesús crucificado por los enemigos. Ha anticipado así su resurrección y el Reino de Cristo victorioso. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
“Amad a vuestros enemigos “, he aquí la curación de la vida en la tierra, la salvación eterna. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
En la oración, el alma llora hasta el agotamiento pero la salvación no llega mientras los hombres no la deseen libremente. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Ninguno de nosotros, hijos de Adán, puede ver con claridad sus pecados. Hasta que no seamos iluminados por la luz divina, no nos libraremos de estas terribles cadenas. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Cuando en el plano humano queremos a alguien, mencionamos con gusto su nombre y no nos cansamos de repetirlo. Esto es incomparablemente más verdadero cuando evocamos el nombre del Señor. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
La Revelación es un acto de la Energía divina y, en cuanto tal, pertenece a otro plano y trasciende las energías cósmicas. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El hombre es el principio que establece el vínculo entre Dios y el resto de la creación, porque en él se realiza el encuentro entre las energías cósmicas creadas con el Increado. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
¿No será la crisis espiritual que vive en todo el mundo la preparación de un nuevo gran renacimiento? Pues lo que se realiza en las almas particulares puede producirse también en muchos espíritus. Y esto puede llegar con una potente inundación; brillar como un rayo en medio de las tinieblas de la noche. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
¿No deberíamos aceptar con fe la llamada de Cristo y luchar resueltamente por obtener el reino del amor inmutable del Padre? ¿Y seguir el camino que Él, Cristo, nos ha mostrado? La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
A cada cristiano le es indispensable un impulso hacia la luz de Cristo y la decisión de soportarlo todo en el seguimiento de este impulso en los límites de su vida en la tierra. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El hombre sumido en la tierra no puede curar a otros. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El amor humilde es propio de Dios; la llama de este amor aporta la redención a los hombres caídos y los introduce en el reino del Padre que está en los cielos. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El orgullo es el núcleo de la caída espiritual. Por el orgullo los hombres se van pareciendo a los demonios. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Me conmovía ver a los elegidos de Dios ocultos bajo una apariencia tan humilde. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Mi alma quisiera cantar un himno de alabanza a Dios, que ha venido con tanto amor a mi encuentro, por más pobre e insignificante que yo sea, pero no encuentro en mí mismo palabras dignas de Él. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Sí, nosotros somos su imagen. Manteniéndose ante Él en la oración, nuestro espíritu al mismo tiempo triunfa y sufre con dolor. Triunfa, porque contempla realidades que sobrepasan nuestra imaginación; sufre, porque experimenta su nada, percibe su total incapacidad para contener el don divino. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Me aproximé así al “gran misterio de la imagen de Dios en nosotros “. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El Creador de todo lo que existe ha aparecido Él mismo en nuestro modo de existencia y nos ha mostrado verdaderamente que nuestra naturaleza ha sido creada con la capacidad no solo de abrazar el mundo creado, sino de recibir la plenitud de la vida divina. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Todo, tanto lo noble como lo mezquino, se refleja de una u otra manera en cada uno de nosotros. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El orgullo ha corrompido el corazón de los hombres; y cuando vemos en nuestro interior el menor signo de regeneración espiritual, la serpiente levanta su cabeza y oscurece nuestro intelecto, impide la visión y nos aleja de Dios. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Un hombre sumido hasta el límite en un profundo arrepentimiento se vuelve capaz de captar las intervenciones de Dios. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Durante los primeros años de mi conversión a Cristo, la insondable bondad de Dios me lanzo “cruelmente “ al infinito, haciéndome sentir mi insuficiencia, mi kenosis, mi “ nada “. Gracias a este don mi corazón se purificó de la herida mortal del orgullo y se volvió capaz de contemplar a Dios en el amor y la paz, de recibir de Él una vida nueva, incorruptible. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Solo la oración nos permite conservar el equilibrio. El alma grita, frecuentemente en silencio o con escasas palabras: “Señor, Sálvame “ (Mt 14,30). La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Al comienzo, el alma es presa del miedo. Pero, después de haber sido salvada una y otra vez por la oración, se va a fortificando progresivamente en su esperanza; se vuelve valerosa allí donde antes el valor parecía completamente fuera de lugar. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Sentimos temor, porque no sabemos si nuestro empeño le complace al Señor. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Para asimilar los dones divinos se requieren pruebas prolongadas y una intensa labor ascética. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
En medio de lágrimas, mi alma bendecida bendice a uno nuestro Dios y Padre, quien se dignó a revelarnos por el Espíritu Santo la incomparable y única santidad y verdad de su Hijo en las pequeñas pruebas que nos golpean. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Él atrae nuestro espíritu hacia Sí por la grandeza de Su amor. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Por más insignificantes que fuesen mis experiencias, gracias a ellas profundicé en el conocimiento de Cristo en su salvadora manifestación terrena. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El amor que nosotros sentimos por Dios y la experiencia de su amor hacia nosotros modifican radicalmente tanto nuestra personalidad como nuestra manera de pensar. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Cuanto más generosamente le abramos nuestro corazón, más abundante será la Luz increada que inundará nuestro mundo interior. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Dios no violenta nuestra libertad. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Tan solo a condición de un inquebrantables en seguimiento de Cristo, “ hasta el fin “, se descubren en nosotros las potencialidades superiores de nuestra naturaleza, y nos hacemos capaces de penetrar el Evangelio en sus dimensiones eternas. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
A nosotros Dios nos reveló el conocimiento de Él por medio del Espíritu; y el Espíritu todos lo sondea, hasta las profundidades de Dios… Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu (1 Cor2,10-13 ). La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El amor del que habla el Evangelio es la energía increada, la vida de la Divinidad sin comienzo. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El cristianismo, en sus dimensiones auténticas, no ha sido nunca realmente asimilado por las grandes masas. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Una sed espiritual insatisfecha: tal es el estado verdaderamente trágico en que se halla nuestra época. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Aquellos a quienes la santa llama del Espíritu Santo ha rozado, permanecen espiritualmente en el reino del Espíritu Santo, devorados por la ardiente sed de ser digno de convertirse en sus hijos. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El mundo, en su inmensa mayoría, no acepta el Espíritu Divino. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
En Dios no hay tragedias .Éstas solo aparecen los destinos humanos, cuyos ideales no han franqueado la frontera de esta tierra. Cristo no es de ningún modo una figura trágica. Incluso en sus sufrimientos de dimensiones, cósmicas. Durante todo el tiempo que Cristo permaneció con nosotros en la tierra, su amor estuvo unido a un intenso sufrimiento (…) . Él vivió la tragedia de toda la humanidad, pero en Él no había tragedia alguna. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El conocimiento de sí mismo es indispensable para que ajustemos cada uno de nuestros pasos al Ser auténtico e inconmovible. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Él está en los fundamentos de nuestro ser, y su fuerza suficiente para resucitarnos de nuestra muerte. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
El creador de este mundo vive eternamente. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Podremos pasar por distintas experiencias y estados dolorosos, pero si recibimos la divina inspiración, ésta siempre estará con nosotros: a veces bajo la forma de una dulce paz, a veces con una llama ardiente, a veces como un torrente de pensamientos luminosos, a veces como alegre llanto en la oración, y también bajo otras formas parecidas. No existe nada comparable en el mundo, salvo lo que procede de Él. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Algo parecido nos puede suceder a nosotros: se acercará, conversará con nosotros, pero no lo reconoceremos, a Él, nuestro gran Dios-grande, pero dulce e inefablemente humilde-. Y cuando llegue el momento y lo reconozcamos, nuestra alma lo amara, y la inspiración sacada de este conocimiento nos llenará de bienaventuranza. conocimiento nos llenará de bienaventuranza. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Cuando estamos ante Dios en un silencio despojado de toda imagen, en una desnudez radical de la totalidad de nuestro ser, las profundidades de nuestra naturaleza se nos revelan. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
En su kenosis, Él permanece inalcanzable para nosotros. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Cuando Dios, por su Providencia, nos abandona en ciertos momentos, suscita en nosotros una oración ardiente. Abrazada a ella, el alma contempla alegre su parentesco con Cristo y su semejanza crece. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
Aun cuando poseyera cuanto se ha dicho, seguiría sin ser nada al lado de aquello que yo amo en él, aquello que él no dará a nadie más que a sí mismo, aquello que debe retener de acuerdo con la justicia divina. Y por tanto, afirmo, y es verdad, que no se me puede dar nada de cuanto existe. Y esta queja que me oís expresar, dama Razón —dice el Alma—, es mi todo y lo mejor de mí si se entiende correctamente. ¡Ah, qué dulce es entender esto! Por Dios, entendedlo plenamente, pues no otra cosa es el paraíso sino ese mismo entender. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
No hay otro Dios que aquel de quien nada en absoluto puede conocerse; solo ese es mi Dios del que nada sabe decirse y al que ni siquiera todos los seres del paraíso pueden alcanzar en lo más mínimo aunque tengan algún conocimiento de él. Y en ese «más» se encierra —dice el Alma— la soberana mortificación del amor de mi espíritu, y esto es y será por siempre toda la gloria del amor de mi alma y la de todos aquellos que se entendieron. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Si esta Alma tuviera todo el conocimiento, el amor y el loor de la divina Trinidad, todo el que jamás fue ni será dado, esto no sería nada al lado de aquello que ella ama y amará: pero este amor no lo alcanzará nunca por la vía del conocimiento. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Si le dieran cuanto ha sido y será dado, eso no sería nada al lado de lo que ella ama y amara. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Quien quitase a esta Alma honor, riqueza y amigos, corazón, cuerpo y vida, todavía no le habría quitado nada si le queda Dios. Por lo que se hace evidente que por mucha fuerza que se tenga no se le puede quitar nada. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Esta Alma tiene una constancia tal que si tuviera el conocimiento completo de todas las criaturas que han sido, son y serán, ello no le parecería nada al lado de aquello que ella ama y que jamás fue ni será conocido. Pues esta Alma ama más aquello que está en Dios y que nunca fue ni será dado que no lo que ella tiene o tendría si hubiera de tener todo el conocimiento de todas las criaturas presentes y futuras. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
El alma no puede hacer sino la voluntad de Dios, ni puede tampoco querer otra cosa; y por ello ella no deja de hacer nada por Dios. Pues no deja entrar en su pensamiento nada que sea contrario a Dios, y por ello nada deja de hacer por Dios. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Dios no tiene nada que hacer de su obra y el Alma no tiene nada que hacer más que de aquello de lo que Dios tenga algo que hacer. No se preocupa de sí misma, ¡que se preocupe Dios que la ama más de lo que ella se ama! Esta alma posee una fe tan grande en Dios que no teme ser pobre mientras su amigo sea rico. Pues Fe le enseña que tal como espere encontrar a Dios así lo encontrará; y ella espera en virtud de la fe que él sea rico y, por tanto, no puede ser pobre. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Esta Alma no halla consuelo, afecto ni esperanza en criatura por Dios creada, ni en el cielo ni en la tierra, sino solo en la bondad de Dios. Un alma así no mendiga, no pide nada a criatura. Es el fénix que se halla solo; pues esta Alma se halla sola en Amor, que solo de él se sacia. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
Esta Alma anonadada tiene un conocimiento interior tan grande en virtud de la fe y se encuentra tan ocupada en mantener en ella lo que Fe le administra del poder del Padre, de la sapiencia del Hijo y de la bondad del Espíritu Santo que nada de lo creado permanece en su recuerdo, sino que pasa brevemente, a causa de esa otra ocupación que envuelve el entendimiento de esta Alma anonadada. Esta Alma ya no sabe obrar, pero está suficientemente excusada y eximida por creer que Dios es bueno e incomprensible. Se salva por la fe sin obras, porque la fe sobrepasa toda obra, como Amor mismo atestigua. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
¡Oh, Amor! —dice Razón—, nombrad a esta Alma por su verdadero nombre, dad algún conocimiento a los activos. Amor: Puede ser nombrada —dice Amor— por doce nombres, a saber: La muy maravillosa. La no conocida. La más inocente de las hijas de Jerusalén. Aquella sobre la que se fundamenta toda la Santa Iglesia. La iluminada de conocimiento. La ornada de amor. La viva en alabanzas. La en todo anonadada por humildad. La pacífica en estado divino por divina voluntad. Aquella que nada quiere sino la divina voluntad. La totalmente plena y satisfecha de bondad divina por obra de la Trinidad. Su último nombre es: Olvido. Estos doce nombres le da Amor. El espejo de las almas simples. Margarita Porete
El sabio y la sabiduría, el veraz y la verdad, el justo y la justicia, el bueno y la bondad, se miran mutuamente y se relacionan el uno con el otro de la siguiente manera: la bondad no fue creada ni hecha ni ha nacido; sin embargo, es parturienta y da a luz al bueno, y el bueno, en cuanto es bueno, no fue hecho ni creado y, no obstante, es niño nato e hijo de la bondad. La bondad engendra a sí misma y a todo cuanto es, en la persona del bueno: infunde en el bueno [el] ser, [el]saber, amar y obrar, todos juntos, y el bueno recibe todo su ser, saber, amar y obrar del corazón y fondo más íntimo de la bondad y solamente de ella. [El] bueno y [la] bondad no son sino una sola bondad, completamente unos en todo, a excepción de dar a luz [por una parte] y [por otra] nacer; de todos modos, el dar a luz por parte de la bondad y el nacer en el bueno, constituyen cabalmente un solo ser, una sola vida. Todo cuanto pertenece al bueno, lo recibe tanto de la bondad como en la bondad. Allí existe y viv
No hay nada en Él que sea motivo de tristeza. Quien tiene su plena voluntad y su deseo [cumplido], tiene alegría. Pero ésta no la tiene nadie sino aquel cuya voluntad es completamente una con la de Dios. ¡Que Dios nos dé esta unión! Amén. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Cuanto te has adentrado en Dios, tanto estás en paz, y cuanto [te hallas] apartado de Dios, tanto estás apartado de la paz. Si algo se encuentra únicamente en Dios, entonces tiene paz. Cuanto en Dios, tanto en paz. Cuánto estás adentrado en Dios o también si no es así, conócelo por lo siguiente: si tienes paz o desasosiego. Pues, ahí donde tienes desasosiego has de tenerlo necesariamente, porque el desasosiego proviene de la criatura y no de Dios. Tampoco hay nada en Dios que sea temible; todo cuanto hay en Dios sólo es digno de ser amado. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
No te preocupes tampoco por [saber] cuál es la índole y el modo de ser que Dios da a una persona. Si yo fuera tan bueno y santo que tuvieran que levantarme [al nivel] de los santos, la gente hablaría e investigaría a su vez si era por gracia o por naturaleza lo que había en ello, y al hacerlo, se inquietarían. Eso está mal. Deja que Dios opere en ti, reconoce que la obra es suya, y no te preocupes por si Él opera junto con la naturaleza o en forma sobrenatural: ambas son suyas, la naturaleza al igual que la gracia. ¿Qué te importa la cosa con la cual le conviene obrar o lo que obra en ti o en otra persona? Él ha de obrar cómo y dónde y de qué manera le place. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Piensa sólo en Él y no te hagas problema por si Dios opera tus obras o si lo haces tú; porque si tú estás pensando únicamente en Él, Dios tiene que obrarlas, quiéralo o no. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Dios opera cosas muy grandes en numerosas personas y de esta manera los transubstancia mediante el ser divino y es Dios quien opera en ellos, pero no ellos. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Dios le da también a cada uno lo mejor de todo, según sabe que es lo más adecuado para él. En verdad, quien a este respecto confía completamente en Él, recibe y posee lo más exiguo lo mismo que si fuera lo máximo. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Dios sufre gustosamente la ignominia y las penas, y quiere de buen grado prescindir del servicio y de la loa para que aquellos que lo aman y le pertenecen tengan paz en su fuero íntimo. Entonces, ¿por qué no habríamos de tener paz, no importa lo que Él nos diera o lo que nos faltara? Escrito está y lo dice Nuestro Señor que «son bienaventurados quienes sufren por la justicia» (Mateo 5, 10). De veras, si un ladrón a quien se estuviera por colgar [y] que bien lo tuviera merecido a causa de sus hurtos, o un individuo que hubiera asesinado y a quien con justicia estuvieran por enrodar, si ellos —[digo]— pudieran llegar a comprenderlo en su fuero íntimo, [pensando]: Mira, estás dispuesto a sufrirlo en aras de la justicia pues lo tienes bien merecido, ellos obtendrían inmediatamente la bienaventuranza. De veras, por injustos que seamos, si aceptamos como justo lo que Dios nos hace o no hace, y sufrimos por amor de la justicia, entonces somos bienaventurados. Por eso, no te lamentes, laméntat
Él da a cada cual aquello que es lo óptimo para él y le resulta adecuado. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Si tienes flaquezas, ruega a Dios con frecuencia [preguntándole] si no redundaría en su honor y si le gustaría quitártelas; porque sin Él no eres capaz de [hacer] nada. Si te las quita, dale las gracias; mas, si no lo hace, lo soportarás por amor de Él, pero ya no como pecaminosa flaqueza, sino como un gran ejercicio con el cual has de ganarte una recompensa y ejercitarte en la paciencia. Debes estar contento si te da o no su don. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Quien puede prescindir de todas las cosas y no las necesita, es mucho más feliz que aquel que posee las cosas considerándolas necesarias. El mejor de todos es aquel hombre que puede prescindir de lo que no le hace falta. Por lo tanto: quien en grado máximo puede prescindir [de las cosas] y despreciarlas, ha dejado más que ningún otro. Parece una gran cosa cuando un hombre, por amor de Dios, reparte mil marcos en oro y edifica con su dinero muchas ermitas y conventos y da de comer a todos los pobres; esto sería una gran cosa. Pero sería mucho más feliz aquel que despreciara lo mismo por amor de Dios. Poseería un verdadero reino de los cielos aquel hombre que por amor de Dios sería capaz de renunciar a todas las cosas, sea cual fuera lo que Dios diera o no diera. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Verdaderamente pobre en espíritu es aquel hombre que es capaz de prescindir de todo cuanto no es necesario. Por ello, quien estaba desnudo en su tonel, le dijo a Alejandro Magno que dominaba todo el mundo: «Yo soy —así dijo— un señor mucho más grande que tú; pues he despreciado más de lo que tú has conquistado. Lo que a ti te parece valiosa posesión, me resulta demasiado pequeño para [siquiera] despreciarlo». Tratados y sermones. Maestro Eckhart
No debemos poner nuestras miras en semejante recompensa ni contemplarla nunca, y el ojo jamás habrá de fijarse, aunque fuera por una sola vez, en si ganamos o recibimos algo fuera del amor a la virtud. Pues, cuanto menos atados estemos a la posesión, tanto más nos pertenecerá, como dice San Pablo, [este hombre] noble: «Debemos tener como si no tuviéramos y, sin embargo, poseer todas las cosas» (Cfr. 2 Cor. 6, 10). No tiene propiedad quien no apetece ni quiere tener nada, ni en sí mismo, ni con respecto a todo aquello que se halla fuera de él, ah sí, y ni siquiera en lo que a Dios y a todas las cosas se refiere. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Si nos mantenemos libres de las cosas que se hallan fuera de nosotros, Dios nos quiere dar, en cambio, todo cuanto hay en el cielo y el cielo mismo con todo su poder, ah sí, y todo cuanto de él alguna vez ha emanado y lo que tienen todos los ángeles y santos para que sea tan nuestro como es de ellos, y aún más de lo que me pertenece cualquier cosa. A cambio de que yo, por amor de Él, salga de mí mismo, Dios me pertenecerá totalmente con todo cuanto es y puede ofrecer, [me pertenecerá] tanto a mí como a sí mismo, ni más ni menos. Me pertenecerá mil veces más de lo que jamás un hombre cualquiera haya obtenido, guardándolo en el arca, o de lo que se haya poseído a sí mismo. Nunca cosa alguna nos ha pertenecido tanto como Dios será mío con todo cuanto puede y es. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Pues Él quiere pertenecernos solo y totalmente. Lo quiere y se lo propone, y se obstina sólo en que pueda serlo y que se lo permitan. En este hecho residen su máximo deleite y placer. Y cuanto más y en forma más extensa pueda serlo, tanto mayores serán su deleite y su alegría; pues, cuanto más poseamos de todas las cosas, tanto menos lo poseeremos a Él, y cuanto menor sea nuestro amor a todas las cosas, tanto más lo tendremos a Él con todo cuanto Él puede ofrecer. Por eso, cuando Nuestro Señor quiso hablar sobre todas las bienaventuranzas, puso a la cabeza de todas ellas la pobreza en espíritu, y ella era la primera en señal de que toda bienaventuranza y perfección, sin excepción alguna, comienzan con la pobreza en espíritu. Y, en verdad, si hubiera un fundamento sobre el cual se pudiera erigir todo el bien, ese fundamento no existiría sin esta [virtud]. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
«Se han enriquecido con todas las virtudes» (Cfr. 1 Cor. 1,5), así está escrito. A fe mía, algo así no puede suceder nunca si uno antes no llega a ser pobre en todas las cosas. Quien quiere recibir todas las cosas, debe también deshacerse de todas las cosas. Éste es un trato justo y un trueque equitativo, según dije una vez, hace mucho ya. Por ello, como Dios nos quiere dar a Él mismo y todas las cosas para que sean libre propiedad nuestra, nos quiere quitar del todo cualquier propiedad. Sí, en verdad, Dios no quiere en absoluto que poseamos tanta cosa propia como la que pueda haber en mis ojos. Porque de todos los dones que nos dio alguna vez, ya sean dones de la naturaleza, ya sean dones de la gracia, nunca dio nada sin querer que no poseyéramos nada en carácter de propiedad; y ni a su Madre ni a ningún hombre ni a ninguna criatura nunca les dio en modo alguno semejante [propiedad]. Y para enseñarnos y otorgársenos, nos quita a menudo ambos bienes, el material y el espiritual. Porque
Una sola obra nos queda justamente y por excelencia, ésta es la anulación de uno mismo. Sin embargo, por grandes que sean esta anulación y este achicamiento de uno mismo, siguen siendo defectuosos si Dios no los completa dentro de uno mismo. Sólo cuando Dios humilla al hombre por medio del hombre mismo, la humildad es completamente suficiente; y sólo así y no antes se hace lo suficiente para el hombre y para la virtud y antes no. (…) La altura máxima del ensalzamiento reside justamente en el profundo fondo de la humillación. Porque, cuanto más hondo y bajo sea el fondo, tanto más altas e inconmensurables serán la elevación y la altura, y cuanto más hondo sea el pozo, tanto más alto es, a la vez; la altura y la profundidad son una sola cosa. Por eso, cuanto más pueda humillarse una persona, tanto más alta será. Y por eso dijo Nuestro Señor: «Si alguno quiere ser el más grande ¡que se haga el más humilde entre vosotros!» (Cfr. Marcos 9, 34). Quien quiere ser aquello debe llegar a ser est
Un hombre que debía reiniciar una vida nueva, y yo dije lo siguiente: que ese hombre debería llegar a ser un hombre que buscara a Dios en todas las cosas y que encontrase a Dios en todo momento y en todos los lugares y con toda clase de gente en cualquier modo. En este empeño se puede avanzar y crecer siempre, sin cesar, en un progreso que nunca llega a su fin. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Luego preguntaron: ¿Por qué Dios no se lleva a aquellos hombres de los cuales sabe que perderán la gracia bautismal, haciéndolos morir en su infancia antes de que lleguen a usar la razón, ya que sabe de ellos que caerán y no se levantarán más?… pues esto sería lo mejor para ellos. A lo cual he contestado: ¡Dios no es un destructor de ningún bien sino que es un cumplidor! Dios no es un destructor de la naturaleza sino que la perfecciona. La gracia tampoco destruye a la naturaleza sino que la perfecciona. Si Dios entonces, en un comienzo, destruyera así a la naturaleza, le haría violencia e injusticia; y esto no lo hace. El hombre tiene libre albedrío con el cual puede elegir entre el bien y el mal, y Dios le ofrece [para que elija] la muerte por la mala acción y la vida por la buena acción. El hombre ha de ser libre y señor de todas sus acciones, y no destruido ni obligado. La gracia no destruye a la naturaleza, sino que la perfecciona. La gloria no destruye a la gracia, sino que la per
La bondad de Dios pretende lo óptimo para todas las cosas. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Sin duda alguna nuestro leal Dios toma a cada hombre en lo que es óptimo para él. Tratados y sermones. Maestro Eckhart
Oh, qué vergüenza! ¿Hasta cuándo seguiréis oyendo o leyendo esto sin creerlo y aceptarlo? Me refiero a todo lo que nuestros padres escribieron y hablaron en los tiempos pasados, a lo que es la flor y nata de las Escrituras. O estáis tan ciegos que la luz de la fe ya no puede ayudaros a entender lo que leéis, o estáis tan envenenados por una secreta envidia, que sois incapaces de creer que un bien tan grande pueda llegar a vuestros hermanos y no a vosotros. Creedme, si sois sensatos, estaréis vigilando a vuestro enemigo y sus insidias; pues lo que quiere es que confiéis más en vuestra propia razón que en la antigua sabiduría de nuestros padres verdaderos, el poder de la gracia y los designios de nuestro Señor. El libro de la Orientación Particular. Anónimo
Pero ¿dónde encontrar una persona tan enteramente comprometida y tan firmemente anclada en la fe, tan sinceramente transparente y verdadera que ha reducido su yo a nada, por así decir, y tan exquisitamente alimentada y guiada por el amor de Dios? ¿Dónde encontraremos una persona amante rica en experiencia trascendente que tiene conocimiento vivo de la omnipotencia del Señor, de su inefable sabiduría y bondad radiante? ¿Alguien que perciba la unidad de su presencia esencial en todas las cosas y la unicidad de todas ellas en él, tan bien que someta todo su ser a él, en él, y convencida por su gracia de que si no lo hace nunca será totalmente transparente y sincera en su esfuerzo por reducir a nada su propio yo? ¿Dónde está ese hombre sincero que, llevado de su noble resolución de reducir a nada su propio yo y con el alto deseo de que Dios sea todo en la perfección del amor, merezca experimentar la vigorosa sabiduría y bondad de Dios que le socorre, le ampara y le guarda de sus enemigos d
Amigo mío, ¡fíjate! Nuestro poderoso Señor, él que es amor, él que está lleno de sabiduría y de poder, él mismo guardará, defenderá y socorrerá a todos los que se olvidan totalmente de sí mismos y ponen su amor y confianza en él. El libro de la Orientación Particular. Anónimo
El sabio dice aquí lo siguiente: «No te dejes vencer por el miedo angustioso si el enemigo viene (como vendrá) con repentina saña, golpeando y martilleando en las paredes de tu casa; o si mueve alguno de sus poderosos agentes a que se levanten repentinamente y te ataquen sin previo aviso». Seamos claros en esto: el enemigo se ha de tomar en serio. Todo el que comienza esta obra (no importa quién sea) está expuesto a sentir, oler, gustar u oír algunos efectos sorprendentes amañados por este enemigo en uno u otro de sus sentidos. No te extrañes, por tanto, si llega a suceder. No hay nada que no quiera intentar a fin de echarte abajo de las alturas de una obra tan valiosa. Y por eso te digo que vigiles tu corazón en el día del sufrimiento, esperando con gozosa confianza en el amor de tu Señor. Pues el Señor está a tu lado y tu pie no tropezará. Si, estará muy cerca de ti, pronto a ayudarte. El libro de la Orientación Particular. Anónimo
Si guardas esta ley del amor y este consejo vivificador, será realmente la vida de tu espíritu, como dice Salomón. En tu interior conocerás el reposo de morar en el amor de Dios. Hacia él exteriormente, toda tu personalidad unificada irradiará la belleza de su amor, pues con una fidelidad indefectible te inspirará la respuesta más adecuada en tu trato con tus hermanos cristianos. Y de estas dos actividades (el amor interior de Dios y la expresión externa de tu amor a los demás) penden toda la ley y los profetas, como dicen las Escrituras. Después, a medida que te perfecciones en la obra del amor, tanto de dentro como de fuera, irás adelantando en tu camino apoyado en la gracia (tu guía en este viaje espiritual), ofreciendo amorosamente tu ciego y puro ser al glorioso ser de tu Dios. Aunque son distintos por naturaleza, la gracia los ha hecho uno. El libro de la Orientación Particular. Anónimo
La alta sabiduría espiritual conseguida en este trabajo brota libre y espontáneamente del fondo más profundo e íntimo del espíritu. Es una sabiduría oscura e informe, que está muy lejos de todas las fantasías de la razón o de la imaginación. Jamás la fatiga y el esfuerzo de las facultades naturales serán capaces de producir algo semejante. Pues lo que producen, por sublime o sutil que sea, comparado con esta sabiduría, es poco más que la fingida vacuidad de la ilusión. Está tan distante de la verdad, visible a la luz radiante del sol espiritual, como la palidez de los rayos de la luna en una noche de invierno lo están del esplendor del sol en el día más claro en pleno verano. El libro de la Orientación Particular. Anónimo
Feliz, en verdad, es ese hombre que encuentra la sabiduría que le unifica y le une a Dios. Feliz aquel que ofreciendo a Dios la oscura conciencia de su propio yo enriquece su vida interior con una ciencia amorosa, delicada y espiritual que trasciende con mucho todo conocimiento connatural o adquirido. Vale mucho más esta sabiduría y el sosiego de esta obra interior, llena de delicadeza y de finura, que poseer oro y plata. El libro de la Orientación Particular. Anónimo
No hay tesoro escondido que te dé mejor provecho... Hijo mío, actúa en todo con reflexión y prudencia, no las pierdas de vista y te servirán de adorno. El libro de la Orientación Particular. Anónimo