Algo parecido nos puede suceder a nosotros: se acercará, conversará con nosotros, pero no lo reconoceremos, a Él, nuestro gran Dios-grande, pero dulce e inefablemente humilde-. Y cuando llegue el momento y lo reconozcamos, nuestra alma lo amara, y la inspiración sacada de este conocimiento nos llenará de bienaventuranza. conocimiento nos llenará de bienaventuranza. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

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