Si yo me identifico totalmente con una tarea, si hago que mi propio sentimiento de valor dependa de si puedo cumplirla o no, entonces seré finalmente incapaz de superar esa situación. Tal fijación me bloquea. No soy libre para empeñarme en esa tarea, porque debo de hacerlo necesariamente bien. El miedo de que pueda fallar me impide cumplir debidamente. Morir significa dejar de identificarme con mi tarea. Solo así soy libre para realizarla bien, ya que entonces no depende todo de cómo la realizo. Morir al mundo, esto es, imaginarme que estoy en la tumba, expresa lo que la psicología transpersonal llama hoy " desidentificación ". Yo miro a mis pensamientos y sentimientos, pero no me identifico con ellos. Miro a la tarea que tengo que realizar, pero no me identifico con ella. Tengo la tarea, pero no soy esa tarea. Tengo ira, pero no soy mi ira. Anselm Grun OSB. La sabiduría de los padres del desierto
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Carl G. Jung dice que, en nosotros, hay siempre dos polos: miedo y confianza, amor y agresión, tristeza y gozo, fuerza y debilidad. Pero que, con frecuencia, estamos fijados en uno solo, por ejemplo, el del miedo. El miedo se manifiesta entonces en pensamientos tales como: " No puedo, tengo miedo, que piensan los otros de mí, me culpo a mí mismo ". Yo puedo preguntar a este miedo qué es lo que quieres decirme. Pero también puedo dirigirme a él con el salmo 118: " el Señor está conmigo, nada temo. ¿Qué podrá hacerme el hombre? ". Éste versículo del salmo no acabará con el miedo, pero podrá ponerme en contacto con la confianza que también hay oculta en mí. Porque en mi no hay solo miedo, hay también confianza. Las palabras de la Escritura me ponen en contacto con lo que está ya en mí, y a través de ello, puedo hacer consciente, y crecer, mi confianza. Esto relativiza el miedo. Este método sale al paso de los pensamientos para que no se asienten en mi ni me determinen ...
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