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Mostrando entradas de julio, 2020

No te ocupes

No te ocupes en cosas ajenas ni te entremetas en las causas de los mayores. Mira siempre primero por ti, y amonéstate a ti mismo más especialmente que a todos cuantos quieres bien. Si no eres favorecido de los hombres, no te entristezcas por eso, sino aflígete de que no te portas con el cuidado y circunspección que convienen a un siervo de Dios y a un devoto religioso. Muy útil y seguro es que el hombre no tenga en esta vida muchas consolaciones, mayormente según la carne. Pero  de  no  tener  o  gustar  rara  vez  las  cosas  divinas,  nosotros  tenemos  la  culpa;  porque  no buscamos la compunción, ni desechamos del todo lo vano y exterior. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

El hombre debe...

El hombre debe estar compenetrado de la presencia divina y ser configurado a fondo con la forma de su Dios amado y hacerse esencial en Él de modo que le resplandezca el estar presente [de Dios] sin esfuerzo alguno y más aún: que logre desnudarse de todas las cosas y que se mantenga completamente libre de ellas. Para con- seguirlo se necesita, al comienzo, de la reflexión y de un atento ejercicio de la memoria, tal como [le hacen falta] al alumno en [el aprendizaje de] su arte. Maestro Eckhart. Tratados y sermones

Cierra tu puerta sobre ti

Cierra tu puerta sobre ti, y llama a tu amado Jesús; permanece con El en tu aposento, que no hallarás en otro lugar tanta paz. Si no salieras ni oyeras noticias, mejor perseverarías en santa paz. Pues te huelgas de oír algunas veces novedades, conviénete sufrir inquietudes de corazón. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Quien posee a Dios

Quien posee a Dios así, en [su] esencia, lo toma al modo divino, y Dios resplandece para él en todas las cosas; porque todas las cosas tienen para él sabor de Dios y la imagen de Dios se le hace visible en todas las cosas. Dios reluce en él en todo momento, y en su fuero íntimo se produce un desasimiento libertador y se le imprime la imagen de su Dios amado [y] presente. Es como en el caso de un hombre que sufre agudamente de verdadera sed: puede ser que haga algo que no sea beber, y también podrá pensar en otras cosas, pero haga lo que hiciere y esté con cualquier persona, cualesquiera que sean sus empeños o sus ideas o sus acciones, mientras perdure la sed no le pasará la representación de la bebida, y cuanto mayor sea la sed tanto más fuerte y penetrante y presente y constante será la representación de la bebida. O quien ama una cosa ardientemente [y] con todo fervor, de modo que no le gusta ninguna otra ni lo afecta en el corazón fuera de ésta [la amada], y sólo aspira a ella y a

Los muy estimados

Los muy estimados por buenos, muchas veces han caído en graves peligros por su mucha confianza. Por lo cual es utilísimo a muchos que no les falten del todo tentaciones y que sean muchas veces combatidos, porque no se aseguren demasiado de si propios, porque no se levanten con soberbia, ni tampoco se entreguen demasiadamente a los consuelos exteriores. ¡Oh, quién nunca buscase alegría transitoria! ¡Oh, quién nunca se ocupase en el mundo, y cuán buena conciencia guardaría!¡Oh, quién quitara de sí todo vano cuidado, y pensase solamente las cosas saludables y divinas, y pusiese toda su esperanza en Dios, cuánta paz y sosiego poseería! Ninguno es digno de la consolación celestial si no se ejercitare con diligencia en la santa contrición. Si quieres arrepentirte de corazón, entra en tu retiro, y destierra de ti todo bullicio del Mundo, según está escrito: contristaos en vuestros aposentos (Salmo 4, 5). En la celda hallarás lo que perderás muchas veces por de fuera. El retiro usado se hace

En qué consiste...

¿En qué consiste entonces, esta verdadera posesión de Dios de modo que uno lo tenga en verdad? Esta verdadera posesión de Dios depende de la mente y de una entrañable [y] espiritual tendencia y disposición hacia Dios, [y] no de un continuo y parejo pensamiento en Dios; porque esto sería para la naturaleza una aspiración imposible; sería muy difícil y además no sería ni siquiera lo mejor de todo. El hombre no debe tener un Dios pensado ni contentarse con Él, pues cuando se desvanece el pensamiento, también se desvanece ese Dios. Uno debe tener más bien un Dios esencial que se halla muy por encima de los pensamientos de los hombres y de todas las criaturas. Este Dios no se desvanece, a no ser que el hombre voluntariamente se aparte de Él. Maestro Eckhart. Tratados y sermones   

Busca tiempo

Busca tiempo a propósito para estar contigo y piensa a menudo en los beneficios de Dios. Deja las cosas curiosas: lee tales materias, que te den más compunción que ocupación. Si te apartares de conversaciones superfluas y de andar ocioso y de oír noticias y murmuraciones, hallarás tiempo suficiente y a propósito para entregarte a santas meditaciones. Los mayores Santos evitaban cuanto podían la compañía de los hombres, y elegían el vivir para Dios en su retiro. Dijo uno: Cuantas más veces estuve entre los hombres volví menos hombre. Lo cual experimentamos cada día cuando hablamos mucho. Más fácil cosa es callar siempre que hablar sin errar. Más fácil es encerrarse en su casa que guardarse del todo fuera de ella. Por esto, al que quiere llegar a las cosas interiores y espirituales, le conviene apartarse con Jesús de la gente. Ninguno se muestra seguro en público, sino el que se esconde voluntariamente. Ninguno habla con acierto, sino el que calla de buena gana. Ninguno preside digname

Pero en quien Dios...

Pero en quien Dios no vive tan de veras, sino que le hace falta, continuamente, aprehender a Dios desde fuera en esta cosa y en aquélla, y si busca a Dios de manera despareja, ya sea en las obras, o entre la gente, o en [determinados] lugares, éste no posee a Dios. Y fácilmente habrá alguna cosa que lo estorbe a semejante hombre porque no posee sólo a Dios y no busca ni ama ni aspira sólo a Él; y por ello no lo estorban únicamente las malas compañías sino también las buenas y no sólo la calle sino también la iglesia, y no sólo las palabras y obras malas, sino también las palabras y obras buenas, porque el impedimento se halla dentro de él, ya que Dios, en su fuero íntimo, no se le ha convertido en todas las cosas. Pues, si fuera así, estaría contento y a gusto en todos los lugares y con todas las personas porque él poseería a Dios y a Éste nadie se lo puede quitar ni estorbarlo en su obra. Maestro Eckhart. Tratados y sermones 

Si alguno

Si alguno, amonestado una vez o dos, no se enmendare, no porfíes con él, sino recomiéndalo todo a Dios, para que se haga su voluntad y Él sea honrado en todos sus siervos, que sabe sacar de los males  bienes. Estudia y aprende a sufrir con paciencia cualesquiera defectos y flaquezas ajenos, pues tú también tienes mucho en que te sufran los otros. Si no puedes hacerte a ti cual deseas, ¿cómo quieres tener a otro a la medida de tu deseo? De buena gana queremos a los otros perfectos, y no enmendamos los propios defectos. Queremos que los otros sean castigados con rigor, y nosotros no queremos ser corregidos. parécenos mal si a nosotros se les da larga licencia, y nosotros no queremos que cosa que pedimos se nos niegue. Queremos que los demás estén sujetos a las ordenanzas, pero nosotros no sufrimos que nos sea prohibida cosa alguna. Así parece claro cuán pocas veces amamos al prójimo como a nosotros mismos. Si todos fuesen perfectos, ¿qué teníamos que sufrir por Dios de nuestros hermano

El hombre

El hombre debe aprehender a Dios en todas las cosas y ha de acostumbrar a su ánimo a tener siempre presente a Dios en ese ánimo y en su disposición y en su amor. Observa cuál es tu disposición hacia Dios cuando te encuentras en la iglesia o en la celda: esta misma disposición consérvala y llévala contigo en medio de la muchedumbre y de la intranquilidad y de la desigualdad. Y —como ya he dicho varias veces— cuando se habla de igualdad no se afirma que todas las obras o todos los lugares o toda la gente tengan que considerarse como iguales. Esto sería un gran error, porque rezar es una obra mejor que hilar y la iglesia es un lugar más digno que la calle. Debes conservar, empero, en todas tus obras un ánimo y una confianza y un amor hacia Dios y una seriedad siempre iguales. A fe mía, si estuvieras así equilibrado, nadie te impediría tener presente a tu Dios. Maestro Eckhart. Tratados y sermones 

Lo que no puede

Lo que no puede un hombre enmendar en sí ni en los otros, débelo sufrir con paciencia, hasta que Dios lo ordene de otro modo. Piensa que por ventura te está así mejor para tu probación y paciencia, sin la cual no son de mucha estimación nuestros merecimientos. Mas  debes  rogar  a  Dios  por  estos  estorbos,  porque  tenga  por  bien  de  socorrerte  para  que buenamente los toleres. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Lo que no puede

Lo   q ue   no   puede   un   ho m b r e   en m endar   en   sí   ni   en   los   o tr os,   débelo   su f r ir   con   paciencia,   has t a  q ue   Dios   lo  o r dene   de   o tr o   m odo.   Piensa   q ue   por   v en t u r a   t e   es t á   así  m e j or   pa r a   t u   p r obación   y paciencia,   sin   la   cual   no  son   de  m ucha   es t i m ación   nues tr os  m e r eci m i en t os.  M as    debes    r o g ar    a  Dios  por    es t os  es t o r bos,    po r q ue   t en g a  por    bien  de  soco rr e rt e  pa r a   q ue buena m en t e   los  t ole r es. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Me hicieron...

Me hicieron la siguiente pregunta: Que algunas personas se aislaban rigurosamente de los hombres y les gustaba estar siempre solos y de ahí provenía su paz así como del hecho de que se hallaban en la iglesia ¿si esto era lo mejor? Entonces dije: «¡No!» y ¡presta atención porque [no es así]! Quien está bien encaminado en medio de la verdad, se siente a gusto en todos los lugares y con todas las personas. Más, quien anda mal, se siente mal en todos los lugares y entre todas las personas. Pero aquel que anda por buen camino, en verdad lleva consigo a Dios. Mas, aquel que bien [y] en verdad posee a Dios, lo tiene en todos los lugares y en la calle y en medio de toda la gente exactamente lo mismo que en la iglesia o en el desierto o en la celda; con tal de que lo tenga en verdad y solamente a Él, nadie podrá estorbar a semejante hombre. Porque posee únicamente a Dios y pone sus miras sólo en Dios, y todas las cosas se le convierten en puro Dios. Semejante hombre lleva consigo a Dios en to

Mucho hace...

Mucho hace el que mucho ama. Mucho hace el que todo lo hace bien. Bien hace el que sirve más al bien común que a su voluntad propia. Muchas veces parece caridad lo que es amor propio; porque la inclinación de la naturaleza, la propia voluntad, la esperanza de la recompensa, el gusto de la comodidad, rara vez nos abandonan. El que tiene verdadera y perfecta caridad, en ninguna cosa se busca a sí mismo, sino solamente desea que Dios sea glorificado en todas. De nadie tiene envidia, porque no ama gusto alguno particular, ni se quiere gozar en sí; mas desea, sobre todas las cosas, gozar de Dios. A nadie atribuye ningún bien; mas refiérelo todo a Dios, del cual, como de fuente, manan todas las cosas, en el que, finalmente, todos los Santos descansan con perfecto gozo. ¡Oh, quién tuviese una centella de verdadera caridad! Por cierto que sentiría estar todas las cosas llenas de vanidad. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

He aquí

He aquí la razón debido a la cual son perfectamente buenos el ser y el fundamento existencial del hombre [y] de donde las obras humanas adquieren su bondad: [consiste] en que la mente del hombre esté orientada únicamente hacia Dios. Pon todo tu esfuerzo en que Dios se haga grande para ti y que todos tus afanes y empeños se dirijan hacia Él en todas tus acciones y en todo cuanto dejas de hacer. De cierto, cuanto mayor sea este [esfuerzo], tanto mejores serán todas tus obras, cualquiera que sea su índole. Mantente apegado a Dios y Él te añadirá todo el ser-bueno. Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno. Ah sí, en verdad, con semejante disposición de ánimo podrías pisar una piedra [y] sería una obra más aceptable para Dios que si recibieras el Cuerpo de Nuestro Señor y al hacerlo hubieses puesto tus miras más bien en lo tuyo y tu intención fuera menos desasida. Quien se apega a Dios, a éste se apegan Dios y cualquier virtud. Y aquello que tú buscabas anteriormente, ahora

Por ninguna cosa

Por ninguna cosa del mundo ni por amor de alguno se debe hacer lo que es malo; más por el provecho de quien lo hubiere menester, alguna vez se puede dejar la buena obra, o trocarse por otra mejor. De esta suerte no se deja la buena obra, sino que se muda en mejor. La obra exterior sin caridad no aprovecha; pero lo que se hace con caridad, por poco y despreciable que sea, se hace todo fructuoso. Pues, ciertamente, más mira Dios al corazón que a la obra que se hace. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

La gente

La gente nunca debería pensar tanto en lo que tiene que hacer; tendrían que meditar más bien sobre lo que son. Pues bien, si la gente y sus modos fueran buenos, sus obras podrían resplandecer mucho. Si tú eres justo, también tus obras son justas. Que no se pretenda fundamentar la santidad en el actuar; la santidad se debe fundamentar en el ser, porque las obras no nos santifican a nosotros sino que nosotros debemos santificar a las obras. Por santas que sean las obras, no nos santifican en absoluto en cuanto obras: sino en cuanto somos santos y poseemos el ser, en tanto santificamos todas nuestras obras, ya se trate de comer, de dormir, de estar en vigilia o de cualquier cosa que sea. Quienes no tienen grande el ser, cualquier obra que ejecuten, no dará resultado. Sabe por lo dicho que uno tiene que cifrar todo su empeño en ser bueno y no [insistir] tanto en lo que uno hace o en la índole de las obras, sino en cómo es el fundamento de las obras. Maestro Eckhart. Tratados y sermon

Muchos buscan

Muchos buscan secretamente su propia comodidad en las obras que hacen; y no se dan cuenta. También les parece estar en buena paz cuando se hacen las cosas a su voluntad y gusto; más si de otra manera suceden, presto se alteran y entristecen. Por la diversidad de los pareceres y opiniones, muchas veces se levantan discordias entre los amigos y vecinos, entre los religiosos y devotos. La costumbre antigua con dificultad se quita, y ninguno deja de buena gana su propio parecer. Si en tu razón e industria estribas más que en la virtud de la sujeción de Jesucristo, pocas veces y tarde serás ilustrado, porque quiere Dios que nos sujetemos a Él perfectamente, y que nos levantemos sobre toda razón, inflamados de su amor. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Has de saber

Has de saber que en esta vida nunca hombre alguno se ha desasido de sí mismo sin haber descubierto que debe desasirse más aún. Son pocas las personas que reparan bien en este hecho y perseveran en tal [actitud]. Se trata de un trueque equivalente y un negocio justo: hasta donde sales de todas las cosas, hasta ahí, ni más ni menos, entra Dios con todo lo suyo, siempre y cuando en todas las cosas abandones completamente lo tuyo. Comienza tú a hacerlo y permite que te cueste todo cuanto eres capaz de rendir. Ahí y en ninguna otra parte encontrarás la verdadera paz. Maestro Eckhart. Tratados y sermones

Pon los ojos

Pon los ojos en ti mismo y guárdate de juzgar las obras ajenas. En juzgar a otros se ocupa uno en vano, yerra muchas veces y peca fácilmente; mas juzgando y examinándose a sí mismo se emplea siempre con fruto. Muchas veces juzgamos según nuestro gusta de las cosas, pues fácilmente perdemos el verdadero juicio de ellas por el amor propio. Si fuese Dios siempre el fin puramente de nuestro deseo, no nos turbaría  tan presto  la  contradicción  de  nuestra  sensualidad.  Pero  muchas  veces  tenemos  algo adentro escondido, o de fuera se ofrece; cuya afición nos lleva tras sí. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Con respecto

Con respecto a las palabras de San Pedro cuando dijo: «Mira, Señor, hemos renunciado a todo» (Mateo 19, 27) —y sin embargo, no había dejado nada más que una simple red y su barquito— advierte un santo diciendo: Quien renuncia voluntariamente a lo pequeño, no sólo renuncia a esto sino que deja todo cuanto la gente mundana puede obtener y hasta aquello que [sólo] puede apetecer. Pues, quien renuncia a su voluntad y a sí mismo, ha renunciado tan efectivamente a todas las cosas como si hubieran sido de su libre propiedad y él las hubiese poseído con pleno poder. Porque aquello que no quieres apetecer, lo has entregado y dejado todo por amor de Dios. Por ello dijo Nuestro Señor: «Bienaventurados son los pobres en espíritu (Mateo 5, 3), o sea, en la voluntad. Y nadie debe dudar de esto: si existiera un modo mejor, Nuestro Señor lo habría mencionado, así como dijo también: «Quien me quiere seguir que se niegue primero a sí mismo» (Mateo 16, 24); de esto depende todo. Presta atención a ti mi

La gente dice

La gente dice: «Ah sí, señor, me gustaría que yo también estuviese en tan buenas relaciones con Dios y que tuviera tanta devoción y tanta paz para con Dios como otras personas, y querría que me pasara lo mismo [que a ellos] o que fuera igualmente pobre», o: «Conmigo las cosas nunca irán bien con tal de que no esté allá o acullá o haga así o asá, tengo que vivir en el extranjero o en una ermita o en un convento». De veras, en todo esto se manifiesta tu yo y ninguna otra cosa. Es tu propia voluntad por más que no lo sepas o no te parezca así: en tu fuero íntimo no surge nunca ninguna discordia que no provenga de la propia voluntad, no importa si se la nota o no. En todos nuestros pareceres de que el hombre debería huir de esa cosa y buscar otra —por ejemplo, esos lugares y esas personas y esos modos o esa multitud o esa actuación— en todo esto la culpa de la perturbación, no la tienen los modos [de proceder] ni las cosas: quien te perturba eres tú mismo a través de las cosas, porque

Humillemos

Humillemos, pues, nuestras almas debajo de la mano de Dios en toda tribulación y tentación, porque Él salvará y engrandecerá a los humildes de espíritu. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno ha aprovechado, y en ellas consiste el mayor merecimiento y se conoce mejor la virtud. No es mucho ser un hombre devoto y fervoroso cuando no siente pesadumbre; más si en el tiempo de la adversidad se sufre con paciencia, esperanza es de gran provecho. Algunos no se rinden a grandes tentaciones, y son vencidos a menudo en las menores y comunes, para que, humillados, nunca confíen de sí en grandes cosas, siendo flacos en las pequeñas.  Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Algunos padecen

Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, y otros al fin. Pero otros son molestados casi por toda su vida. Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y el juicio de la divina Providencia, que mide el estado y los méritos de los hombres, y todo lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos. Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados, sino antes rogar a Dios con mayor fervor que sea servido de ayudarnos en toda tribulación; el cual, sin duda, según el dicho de San Pablo, nos dará, junto con tentación, tal auxilio, que la podamos resistir (1 Cor., 10, 13). Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

La oración

La oración más vigorosa y casi todopoderosa para obtener todas las cosas, y la obra más digna ante todas, es aquella que procede de un ánimo libre. Cuanto más libre sea éste, tanto más vigorosas, dignas, útiles, elogiables y perfectas serán la oración y la obra. El ánimo libre es capaz de hacer todas las cosas. Un ánimo libre es aquel que no se perturba por nada ni está atado a nada, ni tiene atado lo mejor de sí mismo a ningún modo, ni mira por lo suyo en cosa alguna, sino que está abismado completamente en la queridísima voluntad de Dios, luego de haberse despojado de lo suyo. El hombre no puede ejecutar jamás una obra, por insignificante que sea, sin que ésta reciba su fuerza y virtud de tal [disposición]. Uno ha de rezar con tanto vigor que desearía que todos los miembros y potencias del hombre, la vista como los oídos, la boca, el corazón y todos los sentidos, estuvieran dirigidos hacia esta [finalidad]; y no se debe terminar antes de sentir que uno está por unirse con Aquel

El principio....

El principio de toda mala tentación es la inconstancia del ánimo y la poca confianza en Dios. Porque como la nave sin timón la llevan a una y otra parte las olas, así el hombre descuidado y que desiste de su propósito es tentado de diversas maneras. El fuego prueba el hierro, y la tentación al hombre justo. Muchas  veces  no  sabemos  lo  que  podemos;  más  la  tentación  descubre  lo  que  somos. Debemos,  pues,  velar  principalmente  al  venir  la  tentación;  porque  entonces  más  fácilmente  es vencido el enemigo cuando no le dejamos pasar de la puerta del alma y se le resiste al umbral luego que toca. Por lo cual dijo uno: Atajar al principio el mal procura; si llega a echar raíz, tarde se cura; porque primeramente se ofrece al alma el pensamiento sencillo; después, la importuna imaginación; luego, la delectación y el torpe movimiento y el consentimiento. Y así se entra poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo, por no resistirle al principio. Y cuanto más tiempo

Quien no entienda

Quien no entienda  este discurso no  debe afligirse en su corazón. Pues  mientras  el hombre no se haga semejante a esta verdad, no lo entenderá; es una verdad desvelada que ha surgido directamente del corazón de Dios. Maestro Eckhart. El fruto de la nada y otros escritos

No hay hombre

No hay hombre seguro del todo de tentaciones mientras vive; porque en nosotros mismos está la causa de donde vienen, pues que nacimos con la inclinación al pecado. Pasada una tentación o tribulación, sobreviene otra; y siempre tendremos que sufrir, porque se perdió el bien de nuestra felicidad. Muchos quieren huir las tentaciones y caen en ellas más gravemente. No se puede vencer con sólo huirlas; mas con paciencia y verdadera humildad nos hacemos más fuertes que todos los enemigos: El que solamente quita el mal que se ve y no arranca la raíz, poco aprovechará; antes tornarán a él más presto las tentaciones, y se hallará peor. Poco a poco, con paciencia y larga esperanza, vencerás (con el favor divino) mejor, que no con violencia y propia fatiga. Toma muchas veces consejo en la tentación, y no seas desabrido con el que está tentado; antes procura consolarle, como tú lo quisieras para ti. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Así sucedió...

Así sucedió que con ardiente avidez arrebataba yo la escritura de tu Espíritu, en San Pablo con preferencia a los demás apóstoles y se me desvanecieron ciertas dificultades que tuve cuando en cierta ocasión me parecía encontrarlo en contradicción consigo mismo y no ir de acuerdo el texto de sus palabras con el testimonio de la ley y los profetas. Y se apoderó de mí una trepidante exultación cuando vi claro que uno solo es el rostro que nos ofrecen todas las Escrituras. Comencé pues y, cuanto había leído de verdadero allá, lo encontré también aquí con la recomendación de tu gracia; para que el que ve no se gloríe como si su visión no la hubiera recibido (1Co 4, 7). Pues, ¿qué tiene nadie que no lo haya recibido? Y para que sea no sólo amonestado de verte, sino también sanado para poseerte a ti, que eres siempre el mismo y para que, siéndole imposible descubrirte desde lejos, tome el camino por donde puede legar a verte y luego a poseerte. Pues cuando se deleite el hombre en la ley de D

Más las tentaciones

M as   las   t en t aciones   son   m uchas   v eces  s u t ilísi m as   al   ho m b r e,   aun q ue   sean   g r a v es   y   pesadas; po r q ue   en ellas   es   uno   hu m illado,   pu r g ado   y   enseñado.  T odos   los   San t os   po r   m uchas   tr ibulaciones   y  t en t aciones pasa r on;   y ap r o v echa r on.   Y los  q ue no las  q uisie r on  r esis t ir   f ue r on  t enidos   por   r ép r obos   y   sucu m bie r on. No hay   r eli g ión  t an   san t a,   ni   lu g ar   t an   sec r e t o,  q ue   no   ha y a  t en t aciones   y   ad v e r sidades. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Los libros

Los libros platónicos que leí me advirtieron que debía buscar la verdad incorpórea y llegué a sentir que en realidad perfecciones invisibles se hacen visibles a la inteligencia por la consideración de las criaturas; pero era repelido por aquellos que las tinieblas de mi alma no me dejaban  conocer. Seguro estaba yo de tu existencia; seguro de que eres infinito pero que no te difundes por lugares ni finitos ni infinitos; que en verdad eres el que siempre has sido, idéntico a ti mismo y deducía que todas las cosas proceden de ti por el simplicísimo argumento de que existen. De todas estas cosas estaba ciertísimo, pero era débil para gozar de ti. Hablaba con locuacidad, como si fuera muy perito; pero de no buscar el camino en Cristo Redentor sería yo no un hombre perito, sino un hombre que perece. Ya para entonces había yo comenzado a hacer ostentación de sabiduría, lleno como estaba de lo que era mi castigo y, en vez de llorar, me hinchaba con la ostentación de la ciencia. Pues, ¿dónde