Los muy estimados

Los muy estimados por buenos, muchas veces han caído en graves peligros por su mucha confianza. Por lo cual es utilísimo a muchos que no les falten del todo tentaciones y que sean muchas veces combatidos, porque no se aseguren demasiado de si propios, porque no se levanten con soberbia, ni tampoco se entreguen demasiadamente a los consuelos exteriores. ¡Oh, quién nunca buscase alegría transitoria! ¡Oh, quién nunca se ocupase en el mundo, y cuán buena conciencia guardaría!¡Oh, quién quitara de sí todo vano cuidado, y pensase solamente las cosas saludables y divinas, y pusiese toda su esperanza en Dios, cuánta paz y sosiego poseería! Ninguno es digno de la consolación celestial si no se ejercitare con diligencia en la santa contrición. Si quieres arrepentirte de corazón, entra en tu retiro, y destierra de ti todo bullicio del Mundo, según está escrito: contristaos en vuestros aposentos (Salmo 4, 5). En la celda hallarás lo que perderás muchas veces por de fuera. El retiro usado se hace dulce, y el poco usado causa hastío. Si al principio de tu conversión le frecuentares y guardares bien, te será después dulce amigo y agradable consuelo. En el silencio y sosiego aprovecha el alma devota y aprende los secretos de las Escrituras. Allí halla arroyos de lágrimas con que lavarse y purificarse todas las noches, para hacerse tanto más familiar a su Hacedor cuanto más se desviare del tumulto del siglo. Y así el que se aparta de sus amigos y conocidos, estará más cerca de Dios y de sus santos ángeles. Mejor es esconderse y cuidar de sí, que con descuido propio hacer milagros. Muy loable es al hombre religioso salir fuera pocas veces, huir de que le vean y no querer ver a los hombres.

Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

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