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Mostrando entradas de abril, 2020

Pero...

Pero, ¿cómo podías tú, el Dios de las misericordias, despreciar el corazón contrito y humillado (Sal 50, 19) de una viuda sobria y casta que hacía abundantes limosnas y servía obsequiosamente a tus siervos; que no se quedaba un sólo día sin asistir al santo sacrificio y que diariamente, por la mañana y por la tarde visitaba tu casa y no para perder el tiempo en locuacidades de mujeres, sino para escuchar tu palabra y que tú escucharas sus preces? ¿Cómo podía ser que tú desoyeras y rechazaras las lágrimas de la que no te pedía oro ni plata ni bien alguno volátil sino la salud espiritual de su hijo, que era suyo porque tú se lo habías dado? No, mi Señor. Bien al contrario, le estabas siempre presente y la escuchabas; ibas haciendo según su orden lo que habías predestinado que ibas a hacer. Lejos de mí la idea de que la hubieras engañado en aquellas visiones y en aquellas respuestas que le diste y que ya conmemoré y otras que no he recordado. Palabras tuyas que ella guardaba fielmente en

Más acaece

Má s   acaece  q ue   m uchos,   aun q ue   a,  m enudo oi g an el E v an g elio,   g us t an poco de él,   po r q ue no  t i enen   el esp í r i t u   de   Cristo.   El   q ue   q uie r a   en t ender   plena m en t e   y   sabo r ear   las   palab r as   de   Cristo, con v iene   q ue p r ocu r e   con f o rm ar   con   Él  t oda   su   v i da. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Pero yo...

"Pero yo, dice el Verbo, no me retiro ni cedo mi lugar". Aposenta en El tu mansión, alma mía, ahí encomienda todo lo que tienes, aun cuando no sea más que por la fatiga de tanto engaño. Encomienda a la Verdad todo lo que de ella has recibido, segura de que nada habrás de perder: florecerá en ti lo que tienes podrido, quedarás sana de todas tus dolencias. Lo que hay en ti de fugaz y perecedero será reformado y adecuado a ti; las cosas no te arrastrarán hacia donde ellas proceden, sino que permanecerán contigo y serán siempre tuyas, en un Dios estable y permanente. San Agustín. Confesiones

Un árbol

El que posee un árbol y te da las gracias por sus frutos sin saber cuán alto es y cuánto se extienden sus ramas está en mejor condición que otro hombre que mide la altura del árbol y cuenta sus ramas, pero ni lo posee ni conoce ni ama a su creador y, de manera igual, un hombre fiel cuyas son todas las riquezas del mundo y que sin tener nada todo lo posee (2Co 6, 10), con sólo apegarse a ti, a quien sirven todas las criaturas; aunque no conozca los giros de la osa mayor, en mejor condición se encuentra que el que mide el cielo y cuenta los astros y pesa los elementos, pero no se esmera por ti, que todo lo hiciste en número, peso y medida (Sb 11, 20). San Agustín. Confesiones

Porque Tú

Porque tú, Señor, eres grande, pones los ojos en las cosas humildes y a las grandes las miras desde lejos (Sb 13, 9). No te acercas sino a los de corazón contrito, ni te dejas encontrar por los soberbios por más que en su curiosidad y pericia sean capaces de contar las estrellas y conocer y medir los caminos de los astros por las regiones siderales. En estas cosas tienen los sabios puesta su mente según el ingenio que tú les diste y, de hecho, muchas cosas desconocidas han descubierto. Han llegado a predecir con antelación los eclipses del sol y de la luna; en qué día y a qué hora y en qué grado iban a acontecer y no se engañaron en sus cálculos, pues todo sucedió como lo habían predicho. Escribieron luego sobre las leyes descubiertas y eso se lee hasta el día de hoy y sirve de base para anunciar en qué año, en qué mes, en qué día y a qué hora del día y en qué grado va a faltar la luz del sol o de la luna y tales predicciones resultan acertadas. San Agustín. Confesiones

El que entró

El que entró a sus discípulos corporalmente, las puertas cerradas, y les dió paz sin ellos saber ni pensar que aquello podía ser, ni el cómo podía ser (Jn. 20,19-20), entrará espiritualmente en el alma sin que ella sepa ni obre el cómo, teniendo ya las puertas de las potencias, memoria, entendimiento y voluntad, cerradas a todas las aprehensiones, y se las llenará de paz, declinando sobre ella, como el profeta dice ( Is. 48,18), como un río de paz, en que la quitará todos los recelos y sospechas, turbación y tiniebla que le hacían temer que estaba o que iba perdida. No pierda el cuidado de  orar  y espere en desnudez y vacío, que no tardará su bien. San Juan De la Cruz. Subida al monte Carmelo

Y sí todavía

Y si todavía replicas, diciendo que no tendrá bien ninguno el alma si lo considera y discurre la memoria de Dios, y que seguirán entrando muchas distracciones y flojedades, digo que es imposible que, si la memoria se recoge acerca de lo de allá y de lo de acá puntualmente, que se le entren males y distracciones, ni otras impertinencias ni vicios, (…) haciendo a la memoria que quede callada y muda, y sobre el oído del espíritu del silencio a Dios, diciendo con el profeta (1Sm 3,10) : Habla Señor que tu siervo escucha. San Juan De la Cruz. Subida al Monte Carmelo

Mejor es aprender

Mejor es aprender a poner las potencias en silencio y callando, para que hable Dios.  San Juan De la Cruz. Subida al Monte Carmelo

No hay poder

No hay poder comprehender  las verdades ocultas de Dios que hay en sus dichos y multitud de sentidos. Él está sobre el cielo y habla en camino de eternidad; nosotros, ciegos, sobre la tierra, no entendemos sino vías de carne y tiempo. Que por eso entiendo que dijo el sabio: Dios está sobre el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, no te alargues ni arrojes en hablar. San Juan de la cruz. Subida al monte Carmelo

Muchas cosas

Porque aún muchas cosas suele Dios decir y enseñar y prometer, no para que entonces se entiendan y se posean, sino para que después se entiendan cuando convenga tener luz de ellas o cuando se consiga el efecto de ellas. San Juan de la cruz. Subida al monte Carmelo

Conviértanse

Conviértanse pues a ti; que te busquen, pues tú, el creador, no abandonas jamás a tus criaturas como ellas te abandonan a ti. Entiendan que tú estás en ellos; que estás en lo hondo de los corazones de los que te confiesan y se arrojan en ti de cabeza; de los que lloran en tu seno tras de sus pasos difíciles. Tú enjugas con blandura sus lágrimas, para que lloren todavía más y en su llanto se gocen. Porque tú, Señor, no eres un hombre de carne y sangre; eres el creador que los hiciste y que los restauras y consuelas. San Agustín. Confesiones

Solo

Solo los hombres que me ofrecen su amor obtienen la gracia de poder verme a través de la visión espiritual. Solo por amor pueden recibir Mi conocimiento. Yo solo me revelo a aquellos que vienen a mí con humildad y con amor en sus corazones, deseando sinceramente conocer la Verdad.  Bhagavat Gita (XI, 54)

La Verdad

Cuanto más se pertenece a la Verdad, mayor es  la autodespertenencia. Tal autodespertenencia es la santidad, el progresivo vaciamiento sí que permite ser habitado por la diafanía de lo Real. Porque Dios, el Ser cuya esencia es darse, es percibido en la medida en que uno se va dando en Su darse. Ese mutuo entregarse cuanto más se pertenece a la verdad, mayor es la auto des pertenencia. Al despertar encía es la santidad, el progresivo vaciamiento 10º que permite ser habitado por las diafonías de lo real. Porque dios, el ser cuya esencia es darse, es percibido en la medida en que uno se va dando insultarse. Si es mutuo entregarse engendra cole-nacimiento, revelación. Este conocimiento en el que se conoce requiere un trabajo continuo te transparentacion para que pueda ser, no solo recibido, si no también interpretado y aplicado correctamente en la realidad ordinaria. La conversión del corazón, la disposición a coger, a recibir, a dejar sin interpelar y transformar son esenciales para pode

Estás

Estás presente también en aquellos que huyen de ti San Agustín. Confesiones

Cuanto más

Cuanto más se pertenece a la Verdad, mayor es  la autodespertenencia. Tal autodespertenencia es la santidad, el progresivo vaciamiento sí que permite ser habitado por la diafanía de lo Real. Porque Dios, el Ser cuya esencia es darse, es percibido en la medida en que uno se va dando en Su darse. Ese es mutuo entregarse engendra co-nacimiento, revelación. Este conocimiento en el que se co-nace requiere un trabajo continuo de transparentacion  para que pueda ser, no solo recibido, si no también interpretado y aplicado correctamente en la realidad ordinaria. La conversión del corazón, la disposición a acoger, a recibir, a dejarse interpelar y transformar son esenciales para poder reconocer la revelación. La santidad es su garantía porque elimina los intereses egoicos que distorsionan su contenido. Javier Melloni. Vislumbres de lo real

Alábate

Alábate mi alma, para que pueda llegar a amarte; que te confiese todas tus misericordia y por ellas te alabe. No cesa en tu loor ni calla tus alabanzas la creación entera; ni se calla el espíritu, que habla por la boca de quienes se convierten en ti; ni los animales, ni las cosas inanimadas que hablan por la boca de quienes las conocen y contemplan, para que nuestra alma se levante de su abatimiento hacia ti apoyándose en las cosas creadas y pasando por ellas hasta llegar a su admirable creador, en quien alcanza su renovación y una verdadera fortaleza. San Agustín. Confesiones

Santidad

¿Qué es la santidad sino ese modo de ser humano que es plena y continua receptividad de la Realidad más pura que convierte la propia existencia en ofrenda para los demás? Javier Melloni. Vislumbres de lo real

Esperemos

Esperemos, Señor, bajo la sombra de tus alas (Sal 62, 8); protégenos y líbranos. Tú llevarás a los párvulos y también a los ancianos encanecidos; pues cuando nuestra firmeza eres tú, es en verdad firmeza, mientras que cuando es solamente nuestra no es sino debilidad. En ti nuestro bien está siempre vivo y cuando de ti nos apartamos, nos pervertimos. Volvamos ya a ti, Señor, para no quedar abatidos; en ti vive siempre y sin defecto nuestro bien, que eres tú mismo y no temeremos que no haya lugar a donde volver por haber nosotros caído de él. Nuestra casa no se derrumba por nuestra ausencia, pues nuestra casa es tu eternidad. San Agustín. Confesiones

El alma

A Dios el alma antes le ha de ir conociendo por lo que no es que por lo que es. San Juan de la cruz. Subida al monte Carmelo

Y como Dios

Y como Dios no tiene forma ni imagen que pueda ser comprehendida de la memoria, de aquí es que, cuando está unida con Dios, como también por experiencia se ve cada día, se queda sin forma y sin figura, perdida la imaginación, embebida  la memoria en un sumo bien, en grande olvido, sin acuerdo de nada; porque aquella divina unión la vacía la fantasía y barre de todas las formas y noticias, y la sube a lo sobrenatural. San Juan de la cruz. Subida al monte Carmelo

Yo ignoraba

Yo ignoraba que la mente ha de ser iluminada por otra lumbre, ya que no es ella misma la esencia de la verdad. "Tú, Dios mío, iluminarás mi lucerna, iluminarás mis tinieblas y de tu plenitud recibimos todos"(Sal 17, 20; Jn 1, 16). Porque tú eres la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1, 9). Y en ti no hay mutación ni sombra de declinación (St 1, 17). Esforzábame yo por llegar a ti, pero era de ti rechazado, pues a los soberbios tú les resistes (1P 5, 5). San Agustín. Confesiones

El Espíritu

El Espíritu Santo alumbra el entendimiento recogido, y le alumbra al modo de su recogimiento y el entendimiento no puede hallar otro mayor recogimiento que en fe; y así no le alumbrará el Espíritu Santo en otra cosa más que en fe; porque cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad infusa de Dios; y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los dones del Espíritu Santo, porque la caridad es la causa y el medio por donde se les comunica. San Juan de la cruz. Subida al monte Carmelo

Si quieres

De Jn 2,16. Si quieres vaciarte absolutamente de toda mercancía, de forma que Dios te deje estar en el templo, todo lo que hagas en tus obras debes  cumplirlo únicamente por el amor de Dios  y mantenerte tan vacío de todo como vacía es la nada, que no está ni aquí ni allí. No tienes que pretender absolutamente nada. Si actúas así, tus obras serán espirituales y divinas, los comerciantes serán expulsados del templo, de una vez por todas, y Dios estará dentro solo, pues ese hombre ya no piensa más que en Dios. Maestro Eckhart. Sermón : El templo vacío

Insondable

Insondable abismo es el hombre, Señor, cuyos cabellos tú tienes contados, ninguno de los cuales se pierde en ti. Y mucho más fáciles son de contar sus cabellos que no sus afectos y los movimientos de su corazón. San Agustín. Confesiones

Quien no entienda

Quien no entienda este discurso  no debe afligirse en su corazón. Pues mientras el hombre no se haga semejante a esta verdad,  no la entenderá;  es una verdad desvelada  que ha surgido directamente del corazón de Dios. Maestro Eckhart. El fruto de la nada

Tengo

Tengo por más importante un día de autoconocimiento, aunque haya costado muchas aflicciones y trabajos, que muchos de  oración . Teresa de Jesús

Se fue

Se fue, pero aquí está. No se quiso quedar largo tiempo con nosotros, pero no nos dejó. Se fue hacia el lugar en que siempre estuvo y que nunca abandonó; porque El hizo el mundo y estuvo en el mundo, a donde vino para salvar a los pecadores. A Él se confiesa mi alma, para que El la sane, pues había pecado contra Él. ¿Hasta cuándo, hijos de los hombres seréis de pesado corazón? (Sal 40, 6). ¿No queréis acaso, después de que la vida descendió hasta nosotros, ascender y vivir? Pero, ¿a dónde subís si ya estáis en alto y habéis puesto vuestra boca en el cielo? (Sal 72, 9). Descended primero, para poder luego ascender hasta Dios; porque habíais caído al subir contra Él. Diles todo esto, alma mía, para que lloren en este valle de lágrimas y así te los puedas llevar hacia Dios; porque del Espíritu de Dios será lo que digas, si lo dices ardiendo en caridad. San Agustín. Confesiones

Solemos

Solemos evadir el presente, ya sea viviendo en el pasado o creándonos un mundo de fantasías. Sin embargo, cuando meditamos, la repetición del palabra sagrada elimina estas dos vías de escape. En la meditación no hay ningún lugar al que ir, excepto el de permanecer aquí, en el presente. La palabra sagrada nos conduce en una única dirección, hacia nuestro centro. Es un camino angosto pero es el camino de la verdad. Conforme seguimos el camino de la palabra sagrada y aprendemos a pronunciarlo con valentía y humildad, recorremos un camino en el que va muriendo dentro de nosotros todo aquello que nos impide tener una vida plena. Morimos todos los días en la fe y ésta es la preparación suprema para cuando llegue la hora de nuestra muerte. Como forma de morir en la fe, la meditación nos lleva inevitablemente al enfrentamiento de dos fuerzas muy poderosas que debemos estar preparados a afrontar. Son las fuerzas del miedo y de la ira. Precisamente la ira, y el miedo del que surge, es todo aq

A dónde...

¿A dónde vais pues, una vez y otra vez, por caminos difíciles y laboriosos? Buscad la paz que queréis encontrar; pero la paz no está en donde la andáis buscando. Pues, ¿cómo hablar de una vida feliz cuando ni siquiera es vida? Cristo, nuestra vida, bajó acá para llevarse nuestra muerte y matarla con la abundancia de su vida; con tonante voz nos llamó para que volviéramos a Él en el secreto santuario de aquel vientre virginal en que Él se desposó con la humana criatura, carne mortal, pero no para siempre mortal; y de ahí, como esposo que sale de su tálamo se llenó de exultación, gigante ansioso de recorrer su camino (Sal 18, 6). Porque no se tardó, sino que corrió, clamando con los dichos, con los hechos, con su muerte, con su vida, con su descenso y su ascenso, que volvamos El. Y luego desapareció de nuestra vista para que lo busquemos en nuestro corazón y allí lo encontremos. San Agustín. Confesiones

humildad

Porque lo que no engendra humildad, y caridad, y mortificación, y santa simplicidad, y silencio, etc., ¿qué puede ser? San Juan de la cruz. Subida al monte Carmelo