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Mostrando entradas de diciembre, 2021

Que todos sean uno

Que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste. Yo les di la gloria que Tú me diste, para que sean uno como lo somos nosotros. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean plenamente Uno (Juan 16, 21-23). Nosotros sólo seremos uno con Dios si, como Jesús, tenemos el coraje de descender a los abismos de nuestra alma y hacer que todo se empape del Espíritu y del amor de Dios. Entonces, en el fondo de nuestra alma, llegaremos a ser uno con Dios. Anselm Grün. Las bienaventuranzas un camino de plenitud

Orar es un acto sacrificial

Orar es, de muchas maneras, un acto sacrificial. Nos entregamos, nos ofrecemos, a Dios abandonando todo lo que somos y simplemente recitamos nuestro mantra. Éste es al mismo tiempo el desafío y la fuerza para enfrentarlo. Requiere nuestra confianza, y debemos aprender a confiar absolutamente. Lo que averiguamos a partir de nuestra propia experiencia es que cuando confiamos fielmente, el chorrito de vida se convierte en un torrente. Nuestro acto de confianza derriba las barreras de nuestro propio ego. Como descubrimos en nuestro propio proceso de peregrinación, éste es solamente un principio. Como dice San Pablo, "comenzamos en la fe, continuamos en la fe y arribamos a la fe". Nuestra vida cristiana, la fuerza de la vida de Cristo en nuestro interior, está en continua expansión y creciendo constantemente en nuestros corazones. La oración es una entrada a la proximidad de Dios. Dios puede ser encontrado en nuestros corazones. Y cuando oramos, entramos en Su espacio infi

¿Cómo es la experiencia de la oración?

La gente se pregunta a menudo cómo será la experiencia de la oración. En el fondo se preguntan qué es lo ocurre. En el silencio: paz. En el silencio: presencia. Y silencio más profundo. El camino hacia ese silencio necesita de nuestra paciencia, de nuestra fidelidad. Es necesario que, dentro de nuestra tradición cristiana, aprendamos a repetir el mantra. Como dijo Juan Casiano, el mantra contiene todo lo que la mente humana puede expresar y todo lo que el corazón humano puede sentir. Esa pequeña palabra conlleva y nos conduce al interior del silencio, el silencio de energía creativa. No debemos preocuparnos por el tiempo que nos lleve. "Para el Señor mil años son como un día". Lo único que importa es que estamos en el camino y el camino es la simplicidad de nuestra oración diaria, cada mañana y cada tarde el camino está explicado en las palabras de San Pablo a los romanos: Los exhorto pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcan sus cuerpos como una víctima

Nuestro mundo

Nuestro mundo necesita, urgentemente, hombres y mujeres arraigados en si mismos, confiando en su propio ser, confiando en su propia capacidad para el bien, su propia capacidad para amar y ser amados. Para esa confianza necesitamos sentimos completos y restaurados, al orar cada mañana y cada tarde. Una vez que estemos arraigados y en quietud, comenzaremos nuestra próxima gran tarea de aprender a estar atentos al misterio en el corazón de la creación, aprendiendo a vivir nuestras vidas en armonía con el misterio. ¿Qué significa estar vivo? Seguramente, es ser conscientes de estar vivos, de ser, y esa conciencia se intensifica por la conciencia que tenemos de la existencia de los otros, por la conciencia de la existencia de toda la creación, por nuestra conciencia de la existencia de Dios. Nuestra vida alcanzará profundidad y su plenitud humana, cuando comencemos a darnos cuenta de que existir es amar. Cada uno tiene la absoluta capacidad de amar y ser amado, y la oración es simplemente e

La oración es un descenso a las profundidades

La oración es, de alguna manera, como una excavación minera, ya que tenemos que ir a lo profundo de nuestro corazón, y -desde la perspectiva cristiana- este descenso a las profundidades de nuestro ser deja al descubierto el gran tesoro que cada uno de nosotros posee: el Espíritu de Dios en nuestro interior. Sería de mucha utilidad orar temprano en la mañana y temprano en la tarde. Cada uno tiene que encontrar, dentro de las cir¬cunstancias de su vida, los momentos que mejor le acomoden. Pero si pueden, mediten temprano como primera actividad de la mañana, y como primera actividad de la tarde. Es bueno llegar a la oración purificados, lavarse por lo menos la cara y las manos, de manera de limpiar el polvo del día o el aletargamiento de la noche. Este lavado nos prepara físicamente para permanecer alertas a la pureza de la oración. Luego debemos preparar nuestro espíritu respirando regular, calmada y profundamente. Esto preparará el escenario para el trabajo serio al que nos abocarem

Hemos sido creados para la simplicidad

Desgraciadamente, en nuestra sociedad compleja y egocéntrica, pensamos que la oración es algo extraordinario. Y, no obstante, es algo para lo cual hemos sido creados: para la simplicidad, la unicidad, floreciendo hacia un estado de absoluta paz y unidad. La oración es la parte más ordinaria de nuestras vidas, cuando somos de verdad nosotros mismos. En la quietud somos simplemente nosotros, no estamos recordando nuestros pasados egos ni luchando para convertir¬nos en una persona diferente de la que somos. En la quietud estamos cada vez más profundamente arraigados en Dios, la fuente creadora y el Ser Supremo, el "gran Yo Soy". En estos momentos de suprema cotidianeidad, vivimos de las profundidades de esa Eterna Existencia y no desde las superficialidades de nuestras identidades egocéntricas. La fuerza de nuestro ser nos pertenece en Dios. En épocas recientes, el cristianismo ha perdido contacto con uno de los misterios más significativos: la plenitud de esta fuerza otorgada c

Del Eclesiastés

Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. Viste ropas blancas en toda la sazón, y no falte perfume en tu cabeza. Goza de la vida con la mujer que amas, todo el tiempo de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Ecl 9,7-9

Nuestras vidas están ocupadas y son ruidosas

Nuestras vidas no sólo están ocupadas, sino que también son ruidosas. Pero si pretendemos cambiar nuestras vidas y descubrir su significado, profundizarlas y crecer verdaderamente en conciencia, tendremos que arraigarnos en el silencio, arraigarnos en el espíritu, en el misterio cuya profundidad nunca puede ser sondeada y cuyo significado se encuentra solamente en la consumación de esa unión. Cada uno es llamado a entrar en este misterio con asombro, con todo nuestro ser, en la total y completa inmediatez del momento presente, que es el momento eterno de Dios. Ser tocados por esta maravilla es reverenciar y, por lo tanto, conocer con una certeza absoluta que parte de nuestra propia experiencia, que la energía de la creación y la fuerzo del amor, habitan en el Corazón humano, en el silencio y la quietud de la pura conciencia. John Main OSB. Silencio y quietud

No debemos buscar experiencias

No debemos llegar a nuestra oración buscando experiencias, ni siquiera la experiencia de la luz o la iluminación. Llegamos a ella por¬ que hemos llegado a entender que cada uno de nosotros, en nuestras vidas, debe hacer contacto con lo esencial. Llegamos a la oración porque sabemos que no podremos vivir con significado, si no nos abrimos, con toda seriedad y disciplina, a la fuente de significado, que encontraremos en nuestro ser más profundo. Los que tenemos una vaga noción del Evangelio, sabemos que hemos sido creados por amor y para amar. Lo sabemos o por lo menos lo sospechamos. Pero también sabemos que no podemos demandar amor. El amor no puede ser ganado, el amor es dado y es revelado en Jesús, quien a su vez nos revela personalmente cuán grande es el amor de Dios por nosotros. El mismo Jesús nos ha dicho que Él ha puesto su amor en nuestros corazones, y al orar no nos lanzamos a ganar el amor de Dios o a merecer ese amor, sino que simplemente nos abrimos a Jo que nos ha sido da

Si son pacientes y fieles

Si son pacientes y fieles (y la oración les enseñará a serlo), la oración los conducirá a reinos de silencio cada vez más profundos. Es en el silencio que somos conducidos al misterio del silencio eterno de Dios. Esto es lo que nos dice San Pablo en una de sus cartas, escrita a los Efesios, cuando les cuenta -a personas que no son diferentes de nosotros- cuál es la promesa de la vida cristiana. “Vino a anunciar la paz; paz a ustedes que estaban lejos y paz a os que estaban cerca. Pues por Él unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu “ De eso se trata la oración: acceso al Padre en el Espíritu único, el Espíritu que habita en vuestro corazón y en mi corazón, el Espíritu que es el Espíritu de Dios. La oración cristiana es simplemente apertura a ese Espíritu, en lo profundo de nuestro ser, en total sim¬plicidad, en total humildad, en total amor. John Main OSB. Silencio y quietud

Es necesario orar todos los días

Es necesario orar todos los días y eso, también, es duro para las personas en nuestra sociedad actual: practicar una disciplina que no tiene que ver con el rédito que podremos sacar de ella, sino una disciplina simplemente involucrada en ser. Ser la persona para la que hemos sido creados es permanecer arraigados en lo profundo de nuestro propio centro espiritual. Para alcanzarlo, necesitamos sim-plemente retornar a diario, cada mañana y cada tarde, a la práctica. Repetir nuestro mantra, hacer sonar nuestra palabra, para entrar en una simplicidad cada vez más profunda. Aristóteles definió la eternidad como el "perpetuo ahora". La fuerza de la oración reside en buscar y permanecer totalmente en este preciso momento, sin pensar en el pasado, ni lamentándonos por él ni analizándolo. Ni tampoco planeando el futuro. Dios es Amor. Dios es ahora. Una de las cuestiones con las que nos enfrentamos cuando a pren¬demos a orar es la dificultad que tenemos para imaginar que el pen

Cuando comienzan a orar

Cuando comienzan a orar tienen que tener alguna motivación. Tienen que tener un objetivo que les permita continuar, un empujón para comenzar el camino. No hay mejor incentivo que el alcanzar este estado de armonía interior y exterior. La paz es un objetivo noble y al mismo tiempo unificador. En muchas de las Sagradas Escrituras, tanto dentro de las tradiciones orientales como de las occidentales, esta meta es descripta como un estado de bendición, de gloria, de salvación o simplemente de vida. La sensación es estar plena y humanamente vivos. Entonces, si necesitan una motivación para orar, ésa debería ser la mejor de las motivaciones. Pero una vez que comienzan a orar regular y diariamente, comenzarán a darse cuenta de que la oración opera por su propia dinámica. Una vez que hayan comenzado a orar, se darán cuenta de que cada vez tienen menos demandas y que ya no buscan recompensas. Oramos simplemente porque ésta es la forma más clara que he¬mos encontrado para alcanzar la sensa

El camino es simple

El camino es simple. Requiere cierta conciencia de su importancia, una dosis de humildad para comenzar y una cierta fidelidad y coraje para perseverar; la voluntad, sobre todo, de dejarnos conducir a la plenitud. Todas éstas son cualidades humanas esenciales y son las condiciones necesarias para cualquier contacto fructífero con la vida. El camino es un camino común. No oramos para hacer de la vida algo sensacionalista, sino para percibir la vida en todos sus aspectos como lo que es: un gran misterio. Nuestro mayor peligro y nuestra mayor tentación es complicarla. Pero si estamos verdaderamente en el camino, si la pobreza de la oración es el centro de nuestras vidas¬, seremos cada vez más simples. Veremos cada vez más profundamente la simplicidad de la llamada de Jesús a cada uno de nosotros, animán¬donos a dejar todo de lado para seguirlo a la infinita libertad de su unión con el Padre. John Main OSB. Silencio y quietud

La forma en que nuestra tradición

La forma en que nuestra tradición nos enseña a acercarnos a esta autorrevelación de Dios consiste en ser como niños, humildes, sin pensar, analizar o razonar. Esto lo alcanzamos por medio de la cons¬tante y simple repetición de nuestra palabra. Entonces, para orar, necesitamos sentamos en quietud con la espalda erguida. Al principio podrán querer rascarse la nariz o la oreja, pero deberán dejar todo de lado. Simplemente, siéntense en quietud. Luego deberán aprender a repetir vuestra palabra. Descubrirán, cuando avancen en la práctica, que estarán repitiendo el mantra en un nivel, mientras que en otro nivel habrá pensamientos dando vueltas por debajo y por encima de vuestra palabra. Ignórenlos a todos. Repitan su oración. Éste es el arte de la oración: repetir la palabra en el ojo silencioso de la tormenta. El misterio de la oración es que somos conducidos a experi¬mentar la quietud de la unidad por medio de la palabra, que es corno el sonido armonioso de Dios en nuestros corazones. N

He descubierto

He descubierto que los primeros que comprenden lo que es la oración son los no cristianos o las personas que no profesan ninguna religión. Para la mayoría de las personas que concurren a la Iglesia y para muchos sacerdotes, monjes y hermanas, la oración suena al principio como una técnica sospechosa de oración, como un nuevo método engañoso, o como una clase de terapia de relajación que, definitivamente, no puede llamarse cristiana. Este es el cuadro de situación: desesperante. Muchos son los cristianos que han perdido contacto con su propia tradición de oración. Ya no nos beneficiamos como deberíamos de la sabiduría y del consejo experimentado de los grandes maestros de oración. Todos estos maestros nos enseñaron que, en la oración, no somos nosotros los que tomamos la iniciativa. No estamos hablándole a Dios. Estamos escuchando Su palabra en nuestro interior. No lo estamos buscando. Es Él quien nos ha encontrado. Walter Milton lo expresó muy simplemente en el siglo XIV. Escribió

El camino es simple

El camino es simple. Requiere cierta conciencia de su importancia, una dosis de humildad para comenzar y una cierta fidelidad y coraje para perseverar; la voluntad, sobre todo, de dejarnos conducir a la plenitud. Todas éstas son cualidades humanas esenciales y son las condiciones necesarias para cualquier contacto fructífero con la vida. El camino es un camino común. No oramos para hacer de la vida algo sensacionalista, sino para percibir la vida en todos sus aspectos como lo que es: un gran misterio. Nuestro mayor peligro y nuestra mayor tentación es complicarla. Pero si estamos verdaderamente en el camino , si la pobreza de la oración es el centro de nuestras vidas¬, seremos cada vez más simples. Veremos cada vez más profundamente la simplicidad de la llamada de Jesús a cada uno de nosotros, animán¬donos a dejar todo de lado para seguirlo a la infinita libertad de su unión con el Padre. John Main OSB. Silencio y quietud

Una de las primeras cosas

Una de las primeras cosas que descubrimos al comenzar a orar es que estamos atestados de distracciones y que no es tan fácil ir más allá de ese nivel superficial de los análisis y planificaciones del ego, hacia lo profundo. Es humillante descubrir que después de toda nuestra educación, con todos los títulos alcanzados en tantas áreas de capacitación, no podamos permanecer en quietud más de unos instantes, mientras nuestra mente deambula creando fantasías ridículas con pensamientos que circulan por todos nuestros niveles mentales. No podemos permanecer en quietud. Cuando comenzamos a orar y descubrimos esto, se nos presentarán inmediatamente dos tentaciones enfrentadas. La primera será abandonar completamente y decir: "No tiene sentido, no vale la pena, esto me supera". La segunda tentación será decir: "Analizaré lo que está pasando". La primera tentación nos conduce a la desesperación o a evadir el desafío. La segunda es la tentación que nos conduce a la autoobs

La tradición meditativa

Lo que la tradición meditativa tiene para comunicarnos es que Dios no es un problema, ni nuestra vida es un problema. Dios es un misterio y nuestra vida es un misterio. En presencia del misterio lo único que tenemos que hacer es dejarlo estar. Concédanle al misterio ser en toda su plenitud. Déjenlo revelarse. Cuando oramos eso es exactamente lo que hacemos. Dejamos a Dios ser Dios. Nos dejamos estar en su presencia. Ese es su extraordinario poder. John Main OSB. Silencio y quietud

La oración es el camino de entrada

La oración es nuestro camino de entrada al momento presente. Todos tenemos la tendencia a vivir en el pasado o, tal vez, en el futuro. No vivan ni en el pasado ni en el futuro. Aprendan a estar presentes totalmente en el momento presente, en el ahora, el ahora que podemos describir como el eterno ahora de Dios. En gran medida, la infelicidad proviene de nuestra negación a permanecer en el ahora. Todo sufrimiento tiene su significado y si no lo aceptamos totalmente en su momento, habremos tenido la experiencia, pero perdido el significado. Entonces, en nuestra oración, tenemos que aprender a escuchar la palabra con total atención. Al hacerlo, debemos centrar nuestra conciencia en un punto único: la agudeza del sonido único de la oración, escuchándonos con una simplicidad y atención cada vez mas profundas y humildes. John Main. Silencio y quietud

Invadidos por la paz

Ocurre algunas veces que, a medida que oramos, especialmente en nuestros comienzos, somos invadidos por una profunda paz. Entonces decimos: "'Esto es maravilloso. ¿A dónde me llevará? ¿De qué se trata esto? Lo experimentaré". En ese momento, dejan de repetir la oración y lo más probable es que, cuando eso ocurra, la sensación de paz se habrá ido o se convertirá en un simple recuerdo. Pero ocurren aun cosas peores, porque, habiendo perdido esa sensación de paz, estarán determinados a recapturarla. Comenzarán, entonces, a repetir la palabra con mayor fuerza e intensidad, más egocéntricamente para tratar de alcanzar esa paz nuevamente. Sin embargo, la oración, como la describió San Juan de la Cruz, es un camino de desposesión. No estamos tratando de poseer la paz o a Dios, ni buscamos obtener gracias, consuelo o algo en particular. No estamos pidiendo nada. Oramos porque es necesario que medite¬mos, por lo tanto, meditemos sin demandas, renunciando a cualquier clase de ob

Percibo

Percibo lo angustiadas que están las personas que van a oírme, los desbordadas que se sienten por su relaciones o por su profesión, su desorientación, pero también que están buscando algo y que a veces son ellas mismas quienes se hacen sufrir. Y quiero aliviar su angustia hablándoles del mensaje de Jesús. Escucho las palabras que Jesús dijo a sus discípulos: "dadles vosotros de comer" Mc 6,37 Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Si no trabajamos en nuestra alma

Y si no trabajamos en nuestra alma, esta no puede convertirse en morada de Dios. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Las palabras

Las palabras, decían los antiguos monjes, nos conducen al misterio inefable de Dios, al espacio de silencio en el que Dios mora en los otros más allá de todas las palabras. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Mi fragilidad

Son precisamente mi propia fragilidad y la de mi comunidad las que me indican que mis cimientos no puedo echarlos ni sobre mí y mis capacidades ni sobre la comunidad, sino únicamente en Dios. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Cuando llegues allí

Cuando llegues allí, lo reconocerás. No ha sido nunca un extraño para ti. Willigis Jäger. La oración contemplativa

Quien siga el camino espiritual

Quien siga el camino espiritual, necesitará humildad. De lo contrario, se hinchara, es decir, sucumbirá a la tentación a la que el mismo Jesús se vio ya expuesto: servirse de la espiritualidad como un instrumento con el que ponerse por encima de otros y abusar de Dios en beneficio de la propia imagen. Dios no sirve ya entonces más que para inflar el propio ego. Anselm Grün OSB. El misterio más allá de todos los caminos

Aprender a orar

Aprender a orar es aprender a soltar nuestros propios pensamientos, ideas e imaginaciones y descansar en las profundidades del propio ser. Jhon Main OSB. El camino de la meditación

En la oración sacamos la antorcha de la conciencia

En la oración sacamos la antorcha de la conciencia fuera de nosotros, y eso significa fuera del análisis egocéntrico de nuestra pro¬pia insignificancia. "Si los recuerdos de acciones pasadas continúan viniendo entre tú y Dios -dice el autor de La nube del no saber-, tienes que pasar por sobre ellos resueltamente, por tu profundo amor por Dios". En la oración llegamos a una conciencia más profunda de Dios en Cristo. Nuestro camino es el camino del silencio. El camino hacia el silencio es el camino de la oración. La nube del no saber nos advierte: "Y no reces con muchas palabras, sino con una pequeña palabra de una sola sílaba. Fija esta palabra firmemente en tu corazón, de manera que esté siempre allí, ocurra lo que ocurra. Con esta palabra suprimirás todos los pensamientos". El abad Chapman, en su famosa carta de Michaelmas de 1920 desde Downside, describe el uso simple y fiel de la oración, que él mismo había descubierto a partir de su valiente perseverancia e

Cuando se recoge el alma

Cuando se recoge el alma y se entra a su centro a solas libre y purgada de culpas, lucida y limpia de todas. Allí olvidada del cuerpo, no concurriendo a sus obras cerrada puerta y ventanas, porque no le estorbe cosa. Manda a todos los sentidos se suspendan y recojan: a los ojos que no miren; a los oídos que no oigan. Objeto desconocido Cesa la imaginación y las potencias aflojan, que todo lo que hay criado pone en olvido memoria. La razón no raciocina, y el entendimiento reposa que ni discurre, aunque entiende, y el afecto también obra. Y asi como otro Moisés se queda en el monte sola, dejando a la falda el pueblo y canalla gritadora. Allí trata con su dios; El la recibe gozosa, y ella, aunque en oscuridad, de su hermoso esposo goza. El en ella se recrea, y en Él ella se transforma, gustando de los regalos de su mano generosa. Recíbele alegremente contenta con cualquier cosa que hace, que quiere y permite, y dale las gracias a todas. Porque ya no siente pena de cosa adversa

A Ti, que duermes en mi pecho

"A Ti, que duermes en mi pecho, no se te encuentra con palabras, sino en la aparición de la vida dentro de la vida, y de la sabiduría dentro de la sabiduría. Contigo ya no hay diálogo, contienda ni oposición de ningún tipo. A Tí se te encuentra en la comunión! Tú en mí, y yo en Tí; Tú en ellos, y ellos en mí: desasimiento dentro del desasimiento, desapasionamiento dentro del desapasionamiento, vacuidad dentro de la vacuidad, libertad dentro de la libertad. Estoy solo. Tú estás solo. El Padre y Yo somos Uno". (95). Thomas Merton OSB. Diálogos con el silencio