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Mostrando entradas de mayo, 2020

Por eso...

Por eso, leí también que tu gloria incorruptible había sido trocada en imágenes de hombres corruptibles y aun de aves, animales cuadrúpedos y serpientes. Ese era el alimento egipcio por el cual perdió Esaú su primogenitura; porque tu pueblo primogénito adoró en lugar tuyo la cabeza de un cuadrúpedo, convirtiendo a Egipto en su corazón (Ex 32, 9) e inclinando su alma, hecha a tu imagen, ante la imagen de un becerro que come hierba (Sal 105, 20). Tales pastos hallé en aquellos libros, pero no los comí; porque te plugo, Señor, quitar de Jacob el oprobio de su disminución, de modo que el mayor sirva al menor y llamaste a los gentiles a tener parte en tu heredad. San Agustín. Confesiones

De diversas maneras...

De diversas maneras nos habla Dios sin acepción de personas. Nuestra curiosidad nos impide muchas  veces  el  provecho  que  se  saca  en  leer  las  escrituras,  cuando  queremos  entender  y escudriñar lo que llanamente se debía pasar. Si quieres aprovechar, lee con humildad fiel y sencillamente, y nunca desees nombre de letrado. Pregunta de buena voluntad y oye callado las palabras de los Santos; y no te desagraden las sentencias de los viejos, porque no las dicen sin causa. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

En esos libros...

En esos libros se dice que tu Verbo, coeterno contigo, existe desde antes de los tiempos y sobre todos los tiempos y que de su plenitud reciben todas las almas para llegar a la bienaventuranza y que se renuevan por la participación de la permanente sabiduría. Pero que tu Hijo haya muerto en el tiempo por todos los pecadores y que a tu propio Hijo no perdonaste sino que lo entregaste por todos nosotros, eso no lo dicen. Porque cosas como éstas las has escondido a los ojos de los sabios y los prudentes para revelarlas a los párvulos, de modo que pudieran venir a Él los que sufren y están agobiados y el los aliviará; pues El, que es manso y humilde de corazón, dirige a los apacibles en el juicio y enseña sus caminos a los humildes (Rm 5, 6 y 8, 32; Mt 11, 25-29-30; Sal 24, 9), considerando nuestra humildad y nuestros trabajos y perdonándonos nuestros pecados. En cambio, aquellos que se levantan sobre el contorno de una más sublime doctrina no escuchan al que dijo: Aprended de mí, que so

En las Santas Escrituras

En las Santas Escrituras se debe buscar la verdad, no la elocuencia. Toda la Escritura Santa se debe leer con el espíritu que se hizo. Más debemos buscar el provecho en la Escritura que no la sutileza de palabras. De tan buena gana debemos leer los libros sencillos y devotos como los sublimes y profundos. No te mueva la autoridad del que escribe si es de pequeña o grande ciencia; mas convídate a leer el amor de la pura verdad. No mires quién lo ha dicho, mas atiende qué tal es lo que se dijo. Los hombres pasan; más la verdad del Señor permanece para siempre (Salmo 33). Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

También leí...

También leí que el Verbo no nació de carne ni de sangre ni por voluntad de varón, sino que nació de Dios; pero no leí que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Aprendí también algo que repetidamente y de varias maneras se dice en aquellos escritos: que el Verbo tiene la forma del Padre y no tuvo por usurpación la igualdad con Dios, ya que es la misma sustancia con El; pero esos libros nada dicen sobre que el Verbo se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, se hizo semejante a los hombres y fue contado como uno de ellos; se humilló hasta la muerte y muerte de cruz, por lo cual Dios lo levantó de entre los muertos y le dio un Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los infiernos y para que todo hombre confiese que el Señor Jesús está en la gloria de Dios Padre. San Agustín. Confesiones

Gran sabiduría

Gran sabiduría es no ser el hombre inconsiderado en lo que ha de hacer, ni porfiado en su propio sentir. A esta sabiduría también pertenece no creer a cualesquiera palabras de hombres, ni decir luego a los otros lo que oye o cree. Toma consejo del hombre sabio y de buena conciencia; y apetece más ser enseñado de otro mejor, que seguir tu parecer. La buena vida hace al hombre sabio, según Dios, y experimentado en muchas cosas. Cuanto alguno fuere más humilde en sí y más sujeto a Dios, tanto será más sabio y sosegado en todo. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Tú, Señor

Tú, Señor, permaneces eternamente, pero no es eterno tu enojo contra nosotros; quisiste tener misericordia del polvo y la ceniza y te agradó reformar mis deformidades. Con vivos estímulos me agitabas para que no tuviera reposo hasta alcanzar certidumbre de ti por una visión interior. Y así, el toque secreto de tu mano medicinal iba haciendo ceder mi fatuidad y la agudeza de mi mente conturbada y entenebrecida se iba curando poco a poco con el acre colirio de mis saludables dolores. San Agustín. Confesiones

No se debe...

No se debe dar crédito a cualquier palabra ni a cualquier espíritu; mas con prudencia y espacio se  deben, según  Dios,  examinar  las  cosas.  ¡Oh  dolor!  Muchas  veces  se  cree  y  se  dice  más fácilmente del prójimo el mal que el bien ¡Tan flacos somos! Mas los varones perfectos no creen de ligero cualquier cosa que les cuentan, porque saben ser la flaqueza humana presta al mal y muy deleznable en las palabras. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Pero tú, Señor

Pero tú, Señor, justísimo moderador del universo, desde el abismo de tus justos juicios y sin que lo sepan ni los consultantes ni los consultados, con oculta providencia haces que el consultante oiga lo que según los méritos de su alma le conviene oír. Y que nadie diga: ¿Qué es esto, o para qué es esto? Que nadie lo diga, porque es nada más un hombre. San Agustín. Confesiones

Oh cuán presto

¡ O h,   cuán   p r es t o   se   pasa   la  g l o r ia   del   m undo!   Pudiera   Dios  q ue   su   v i da   conco r da r a con su ciencia,   y  en t onces   hubie r an   es t udiado   y   le í do bien.   ¡ C uán t os pe r ecen en es t e si g l o por   su  v ana ciencia,   q ue   cuidan poco   del   se r v icio   de   Dios!   Y   po r q ue   eli g en   ser   m ás   g r andes   q ue   hu m ildes,   por eso   se   hacen   v anos   en   sus  pensa m ien t os.   Ve r dade r a m en t e   es   g r ande el  q ue  t i ene  g r an ca r i dad. Ve r dade r a m en t e   es  g r ande   el  q ue   se t i ene   por   pe q ueño   y  t i ene   en   nada la  m ás encu m b r ada hon r a. Ve r dade r a m en t e   es   p r uden t e   el   q ue   t odo   lo t e rr eno   t i ene   por   es t i é r col   ( Flp   3,8)   pa r a   g anar   a Cristo.   Y   v e r dade r a m en t e   es   sabio   el   q ue   hace   la   v olun t ad de   Dios   y   de j a   la   su y a. Thomas Kempis. De la imitación de Crist

Es cierto

Es cierto que con toda firmeza creía yo que tú, Señor y creador de nuestras almas, de nuestros cuerpos y de todo cuanto existe, eras incontaminable e invariable y en ninguna manera mudable; pero, fuese lo que fuese, no creía tener que investigar la naturaleza del mal en forma que me viera forzado a tener como mudable al Dios inmutable; para no convertirme yo mismo en el mal que investigaba. Mi investigación se basaba en la absoluta seguridad de que era falso lo que decían aquellos de los que con toda su fuerza huía mi ánimo, pues los veía llenos de malicia mientras investigaban la naturaleza del mal; pues creían que tu sustancia era más capaz de padecer el mal que no ellos de cometerlo. Ponía pues todo mi empeño en comprender lo que oía decir a algunos, que en el libre albedrío de la voluntad humana está la causa de que hagamos el mal y que  cuando lo padecemos es por la rectitud de tus juicios. Sin embargo, no conseguía ver esto con entera claridad. San Agustín. Confesiones

Si tanta...

Si   t an t a,   dili g encia   pusiesen   en   desa rr ai g ar   los   v i cios   y se m b r ar   las   v i rt udes   co m o   en   m o v er cues t i ones,   no  se   ha r í an   t an t os   m ales   y   escándalos en el pueblo,   ni hab r í a  t an t a.   disolución en los  m onas t e r i os;   cie rt a m en t e,  en   el   d í a   del   Juicio   no   nos   p r e g un t a r án  q ué   le í m os,   sino  q ué hici m os;   ni cuán   bien   habla m os,   sino   cuán  r eli g iosa m en t e   v i v i m os.   Di m e:   ¿dónde es t án aho r a  t odos a q uellos seño r es   y  m aes tr os   q ue   t ú   conocis t e  cuando   v i v í an   y  f l o r ec í an   en   los   es t udios?   Ya   poseen   o tr os sus  r en t as,   y   por   v en t u r a   no   hay  q uien   de   ellos   se acue r de.   En   su   v i da   pa r ec í an   al g o;   y a   no   hay de   ellos  m e m o r i a. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Oh, tortuosos caminos

¡Oh, tortuosos caminos! ¡Desdichada el alma temeraria que se imaginó que alejándose de ti puede conseguir algo mejor! Se vuelve y se revuelve de un lado para otro, hacia la espalda y boca abajo y todo le es duro, pues la única paz eres tú. Y tú estás ahí, para librarnos de nuestros desvaríos y hacernos volver a tu camino; nos consuelas y nos dices: ¡Vamos! ¡Yo los aliviaré de peso, los conduciré hasta el fin y allí los liberaré! San Agustín. Confesiones

Toda la perfección

T oda   la   pe r f ección   de   es t a   v i da   t i ene   consi g o   cie rt a   i m pe r f ección;   y  t oda nues tr a especulación no ca r ece   de  al g una   oscu r i dad .  El   hu m ilde   conoci m ien t o   de   t i   m i s m o   es   m ás   cie rt o   ca m i no pa r a Dios  q ue escud r iñar   la  p r o f undidad   de   la   ciencia.   No   es   de   culpar   la   ciencia,   ni   cual q uier   o tr o   conoci m ien t o   de lo   q ue,   en   sí conside r ado,   es   bueno   y   o r denado   por   Dios;   m as   sie m p r e   se   ha   de   an t eponer   la   buena conciencia   y la  v i da  v i rt uosa.   Pe r o po r q ue  m uchos es t udian  m ás pa r a,   saber   q ue pa r a bien  v i v i r ,   por eso   y  e rr an  m uchas   v eces,   y  poco   o   nin g ún   f r u t o   hacen. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

A ti la alabanza

A ti la alabanza y la gloria, ¡oh Dios, fuente de las misericordias! Yo me hacía cada vez más miserable y tú te me hacías más cercano. Tu mano estaba pronta a sacarme del cieno y lavarme, pero yo no lo sabía.  San Agustín. Confesiones

Cuanto alguno...

Cuan t o   al g uno   f ue r e   m ás   unido   con t i g o,   y   m ás   sencillo   en   su   co r a z ón,   t an t o   m ás   y   m a y o r es cosas  en t iende   sin   tr aba j o,   po r q ue   de   a rr i ba   r ecibe   la   luz de   la   in t eli g encia.   El   esp í r i t u   pu r o,   sencillo   y cons t an t e   no  se dis tr ae,   aun q ue en t ienda en  m uchas cosas,   po r q ue  t odo lo hace a hon r a de Dios;   y es f ué r z ate   en   es t ar  desocupado   en   sí   de   t oda   cu r i osidad.   ¿ Q uién   m ás   t e   i m pide   y  m oles t a  q ue   la a f ición   de   t u   co r a z ón   no  m o rt i f icada?   El   ho m b r e   bueno   y   de v o t o,   p r i m e r o   o r dena   den tr o   de   sí   las ob r as  q ue   debe   hacer   de   f ue r a.   Y ellas no le lle v an a deseos de inclinación  v i ciosa;  m as él las  tr ae al albed r í o   de   la   r ec t a   r a z ón.   ¿ Q uién   t i ene  m a y or   co m ba t e   q ue   el   q ue   se   es f ue r z a   a  

Me dije...

Me dije: "Que todo se pierda, si se ha de perder; pero tengo que dejar todas estas vanidades para consagrarme al estudio de la verdad. Esta vida es miserable, la muerte es algo incierto; si se me viene encima de repente, ¿cómo saldré de todo esto y en dónde aprenderé lo que no aprendí en esta vida? ¿No tendría yo que pagar por semejante negligencia? ¿Y qué, si la muerte da fin a todos nuestros cuidados amputándonos el sentimiento? Todo esto lo tengo que averiguar. Pero no es posible semejante anulación, pues las cosas, tantas y tan grandes que Dios ha hecho por nosotros  no las hiciera si con la muerte del cuerpo viniera también la aniquilación del alma; ni es cosa vana y sin sentido la grande autoridad del cristianismo por todo el orbe. ¿De dónde me viene pues esta vacilación para dejar de lado las esperanzas del mundo y consagrarme a la búsqueda de Dios y de la vida feliz?". San Agustín. Confesiones

Bienaventurado

Biena v en t u r ado   a q uel   a   q uien   la   Ve r dad   por   sí   m i s m a   enseña,   no   por   f i g u r as   y   v oces   q ue   se pasan,    sino    así   co m o    es.    Nues tr a    es t i m ación    y   nues tr o    sen t i m ien t o    a    m enudo    nos   en g añan   y conocen   poco. ¿ Q ué   ap r o v echa   la   g r an   cu r i osidad   de   saber   cosas   oscu r as   y   ocul t as,   pues   q ue   del   no sabe r las   no   se r e m os  en   el   d í a   del   j uicio   r ep r endidos?  Gr an   locu r a es   q ue,   de j adas   las   cosas   ú t iles   y necesa r ias,   en t ende m os   con  g us t o   en   las   cu r i osas   y   dañosas.   Ve r dade r a m en t e,   t eniendo   o j os,   no  v e m os.   ¿ Q ué   se   nos   da   de   los  g éne r os   y   especies   de   los   ló g i cos.   A q uel   a   q uien   habla   el   Ve r bo E t e r no,    de    m uchas    opiniones    se   dese m ba r a z a.    De    es t e    Ve r bo    salen    t odas    las    cos

Pero tú, Señor

Pero tú, Señor, que presides el destino de todo cuanto creaste, no te habías olvidado de quien iba a ser más tarde entre tus hijos ministro de tus sagrados misterios. Y para que su corrección no pudiera atribuirse a nadie sino a ti, quisiste valerte de mí para conseguirla, pero no sabiéndolo yo.  San Agustín. Confesiones

El verdadero conocimiento

EI   v e r dade r o   conoci m ien t o   y   desp r ecio   de   sí  m i s m o   es   al t í si m a   y   doc t í si m a   lección.   Gr an sabidu r í a   y pe r f ección   es   sen t ir   sie m p r e   bien   y   g r andes   cosas   de   o tr os,   y   t ene r se   y   r epu t a r se   en nada.   Si   v i e r es   a al g uno pecar   pública m en t e o co m e t er   culpas  g r a v es,   no  t e debes  j u z g ar   por  m e j o r , po r q ue   no   sabes   cuán t o pod r ás   pe r se v e r ar   en   el   bien.   T odos   so m os   f l acos;   m as   t ú   a   nadie   t en g as por   m ás   f l aco   q ue   a  t i . Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Cuanto más y mejor

Cuan t o   m ás   y  m e j or   en t iendes,   t an t o   m ás  g r a v e m en t e   se r ás   j u z g ado   si   no   v i v i e r es san t a m en t e. Por   eso   no t e   ensalces   por   al g una de las a rt es o ciencias;  m as  t e m e del conoci m ien t o  q ue de ella se  t e   ha   dado.   Si   t e pa r ece   q ue   sabes   m ucho   y   en t iendes   m uy bien,   t en   por   cie rt o  q ue   es   m ucho   m ás   lo  q ue   i g no r as.   No   q uie r as saber   cosas   al t as   ( R om,   11,   21 ) ;   m as   con f iesa   t u   i g no r ancia.   ¿Por   q ué   t e  q uie r es   t ener   en   m ás   q ue   o tr o, hallándose   m uchos   m ás   doc t os   y   sabios   en   la   Ley   q ue   t ú?   Si   q uie r es saber   y   ap r ender   al g o p r o v echosa m en t e,   desea   q ue   no  t e   cono z can   ni  t e   es t i m en. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo

Tú estabas...

Tú estabas a mi vera cuando pensaba yo todo esto; yo suspiraba y tú me oías; yo andaba fluctuando y tú me gobernabas, sin abandonarme cuando iba yo por el ancho camino de este siglo. San Agustín. Confesiones

No tengas deseo

No   t en g as   deseo   de m asiado   de   sabe r ,   po r q ue   en   ello   se   halla   g r ande   es t o r bo   y   en g año.   Los le tr ados g us t an   de   ser   v i s t os   y  t enidos   por   t ales.   M uchas   cosas   hay  q ue,   el   sabe r las,   poco   o   nada ap r o v echa   al al m a;   y   m uy   loco   es   el   q ue   en   o tr as   cosas   en t iende,   sino   en   las   q ue   t ocan   a   la sal v ación.   Las m uchas   palab r as   no   ha rt an   el   al m a;   m ás   la   buena   v i da   le   da   r e f r i g e r io,   y la   pu r a, conciencia   causa   g r an con f ian z a   en   Dios. Thomas Kempis. De la imitación de Cristo o menosprecio del mundo