También leí...

También leí que el Verbo no nació de carne ni de sangre ni por voluntad de varón, sino que nació de Dios; pero no leí que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Aprendí también algo que repetidamente y de varias maneras se dice en aquellos escritos: que el Verbo tiene la forma del Padre y no tuvo por usurpación la igualdad con Dios, ya que es la misma sustancia con El; pero esos libros nada dicen sobre que el Verbo se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, se hizo semejante a los hombres y fue contado como uno de ellos; se humilló hasta la muerte y muerte de cruz, por lo cual Dios lo levantó de entre los muertos y le dio un Nombre que está sobre todo nombre, para que al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los infiernos y para que todo hombre confiese que el Señor Jesús está en la gloria de Dios Padre.

San Agustín. Confesiones

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