Por eso...

Por eso, leí también que tu gloria incorruptible había sido trocada en imágenes de hombres corruptibles y aun de aves, animales cuadrúpedos y serpientes. Ese era el alimento egipcio por el cual perdió Esaú su primogenitura; porque tu pueblo primogénito adoró en lugar tuyo la cabeza de un cuadrúpedo, convirtiendo a Egipto en su corazón (Ex 32, 9) e inclinando su alma, hecha a tu imagen, ante la imagen de un becerro que come hierba (Sal 105, 20). Tales pastos hallé en aquellos libros, pero no los comí; porque te plugo, Señor, quitar de Jacob el oprobio de su disminución, de modo que el mayor sirva al menor y llamaste a los gentiles a tener parte en tu heredad.

San Agustín. Confesiones

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