Por eso....

Por eso, siendo yo débil e incapaz de encontrar la verdad con las solas fuerzas de mi razón, comprendí que debía apoyarme en la autoridad de las Escrituras y que tú no habrías podido darle para todos los pueblos semejante autoridad si no quisieras que por ella te pudiéramos buscar y encontrar. En los últimos días había yo oído explicaciones muy plausibles sobre aquellas necias objeciones que antes me habían perturbado y me encontraba dispuesto a poner la oscuridad de ciertos pasos de la Escritura a la cuenta de la elevación de los misterios y, por eso mismo, tanto más venerable y digna de fe me parecía la Escritura, cuanto que por una parte, quedaba accesible a todos y por otra reservaba la intelección de sus secretos a una interpretación más profunda. A todos está abierta con la simplicidad de sus palabras y la humildad de su estilo, con la cual ejercita, sin embargo, el entendimiento de los que no son superficiales de corazón; a todos acoge en su amplio regazo, pero a pocos encamina a ti por angostas rendijas. Pocos, que serían muchos menos si ella no tuviera ese alto ápice de autoridad ni atrajera a las multitudes al seno de su santa humildad.

San Agustín. Confesiones

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