Dios no tiene nada que hacer de su obra y el Alma no tiene nada que hacer más que de aquello de lo que Dios tenga algo que hacer. No se preocupa de sí misma, ¡que se preocupe Dios que la ama más de lo que ella se ama! Esta alma posee una fe tan grande en Dios que no teme ser pobre mientras su amigo sea rico. Pues Fe le enseña que tal como espere encontrar a Dios así lo encontrará; y ella espera en virtud de la fe que él sea rico y, por tanto, no puede ser pobre. El espejo de las almas simples. Margarita Porete

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