Si la inmortalidad, que nos ha sido prometida en Cristo a través de su resurrección, es personal, no tendremos el deseo “de ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha preparado para este destino es Dios, el mismo que nos ha dado en prenda el Espíritu “ (2 Corintios 5,4-5). La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría