Tendemos

Tendemos a pensar en la oración como inactividad. Creo que mucha gente piensa que la oración es o algo que nos prepara para la acción o algo que nos refresca después de la acción. Pero cuanto más oramos, somos más conscientes de que la oración no es un camino de inactividad. Se encuentra inmersa en el camino de la acción, es más bien el centro de la acción. Creo que podríamos describir a la oración como "pura acción". Es una de las formas más elevadas de acción humana y al ser pura acción nos conduce al reino de "la pura existencia". Aquel que sigue el camino de la oración no rechaza nada. No rechazamos nada de nuestra propia persona y nos descubrimos, en cambio, integrados con rodas nuestras fuerzas y todos nuestros dones. El don de nuestra propia creación integrado, en armonía con la fuente de nuestra existencia, en armonía con el ser. Lo difícil para nosotros es permanecer en quietud y aprender a repetir la oración con fe. Al orar, entramos en contacto con nosotros mismos, y al caminar más allá de nosotros mismos, entraremos en contacto con la pura existencia, con Dios. Tenemos que entender que no nos pertenecemos a nosotros mismos, que pertenecemos a Dios, y, por lo tanto, no buscamos poseernos. Sólo buscamos ser, ser para Dios. Escuchad estas palabras de San Pablo escritas a los Corintios (1 Cor 6,19): “¿No sabéis acaso que vuestros cuerpos son santuarios del Espíritu Santo, que está en vosotros, que lo habéis recibido de Dios y que no os pertenecéis a vosotros mismos? Fuisteis comprados a un precio muy elevado, por tanto, glorificad a Dios en vuestros cuerpos y vuestros espíritus. Jon Main. Silencio y quietud

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría