Sí, nosotros somos su imagen. Manteniéndose ante Él en la oración, nuestro espíritu al mismo tiempo triunfa y sufre con dolor. Triunfa, porque contempla realidades que sobrepasan nuestra imaginación; sufre, porque experimenta su nada, percibe su total incapacidad para contener el don divino. La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría