En primer lugar

En primer lugar, que le amemos con todo nuestro corazón. Es decir, que nuestros pensamientos estén puestos siempre en él de forma verdadera. Y con toda nuestra alma. Es decir, que aunque nos cueste la vida no digamos más que la verdad. Y con toda nuestra virtud. Es decir, que hagamos todas nuestras obras puramente por él. [Que nos amemos] a nosotros mismos como debemos. Esto es, que haciéndolo no busquemos nuestro  provecho,  sino  la  perfecta  voluntad de  Dios.  Y a  nuestro  prójimo  como  a nosotros mismos. Es decir, que no hagamos, ni pensemos, ni digamos de nuestro prójimo lo que no querríamos que se nos hiciera a nosotros. Estos mandamientos son necesarios para la salvación de todos: una vida inferior a ellos no puede merecer la gracia.

Margarita Porete. El espejo de las almas simples

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría