Cuando tenemos una pena

Cuando tenemos una pena, una tentación, una prueba o una alegría, ¿nuestro primer movimiento es salir de ella, o nos ponemos de rodillas para alabar a Dios, para suplicarle que mueva nuestro espíritu y nuestro corazón de acuerdo con su voluntad? ¿Oramos por todas las personas que nos encontramos? En otras palabras, ¿sabemos transformar en oración nuestras impresiones, nuestros sufrimientos y toda nuestra vida?

 

La oración del corazón. Jean Lafrance 

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