El propósito de nuestra oración

El propósito  de nuestra  oración  es avanzar, a lo largo del camino, hacia la plenitud de nuestra propia humanidad. Orar es, simplemente, aceptar el don de nuestra propia creación y desarrollar el potencial que tenemos para responder a ese don de una manera plena. No somos personas para vivir en la superficie o condenadas a vivir a partir de emociones superficiales. Orar es dejar de lado lo superficial, abandonar la superficie para entrar en las profundidades de nuestro propio ser.
La razón por la cual oramos, dentro de nuestra tradición cristiana, es que creemos que Jesús ha enviado su Espíritu a lo profundo de nuestro ser, a habitar en nuestros corazones. Para utilizar otras palabras, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Creador  del universo habita en nuestros corazones y, desde ese silencio, es amor para todos. Dentro  de la tradición cristiana, orar es simplemente estar abiertos al Espíritu de Amor (el Espíritu de Dios).
Una de las cosas que aprendemos a medida que maduramos en la oración y a medida que avanzamos en el camino es a estar igualmente satisfechos con cualquier  forma de silencio: con la infinita sensación de su presencia o con la sensación finita de su ausencia. Es muy difícil para nosotros al principio, porque cuando comenzamos a orar no hemos aprendido demasiado en cuanto al desapego. No hemos alcanzado aún el estadio en donde podemos estar igualmente satisfechos con la ausencia que con la presencia, y buscamos satisfacemos de cualquier manera con la oración.
Siempre estamos buscando  probarnos  a nosotros mismos que esto "funciona", que ahora conocemos a Dios, que ahora hemos aprendido a vivir en Su presencia. Pero el propósito de la segunda forma de silencio -su  ausencia-,  es purificarnos de manera que aprendamos  a amar a Dios desinteresadamente de la misma manera que Él nos ama. Él nos enseña a ser fuertes en el amor, fuertes en la fidelidad y a estar seguros de que amamos a Dios por Él mismo y en sí mismo, y no sólo para satisfacernos con cualquier manifestación de su presencia.
John Main OSB. Silencio y quietud

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