La oración es tan importante porque es la conciencia pura de Jesús que quema nuestro ego. Su gloria es el poder de una humanidad plenamente realizada, y el comprometernos en una relación con esa humanidad nos posibilita para actuar más allá de los confines de nuestras autolimitadas percepciones. La gloria es lo que quema lo pecaminoso. El camino cristiano se centra en Cristo, antes que en las ilusiones de nuestra prisión egocéntrica. No tenemos que concentramos en nuestras ilusiones o tendencias pecaminosas, sino, simplemente -y esto no significa fácilmente-, permitir que la gloria de Cristo las disipe, denunciándolas como la simulación que son. La gloria disipa completamente cualquier cosa que no sea gloriosa. De esto se trata la oración cristiana. No es el autorrechazo o la humildad engañosa. Ni tampoco la dependencia egocéntrica o el temor a un Dios paternalista. Ni tampoco es el juego psicológico de nuestra propia mente. La oraci...
El camino místico cambia al hombre desde dentro. La sabiduría, el desinterés, el recogimiento interior y el comportamiento ético brotan de este proceso de transformación interior y abre nuestra conciencia más allá de la comprensión personal. Willigis Jager. La oración contemplativa
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