El don de su Espíritu

El don de su Espíritu que recibimos es infinito. Es el don de la totalidad de Dios volcando su Espíritu en nuestro interior; nuestra respuesta deberá reflejar esa generosidad y totalidad. No es una llamada para que, como cristianos, respondamos ocasional o tibiamente desde la mente.  Deberemos  responder a la llamada con generosidad, con todo lo que somos, con todo lo que tenemos. Y tenemos mucho para ofrecer. Tenemos nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras vidas, que, cuando oramos, se integran, concentran y alinean con Cristo. Todo lo que somos se armoniza con Su ser, con Su amor. Nada queda excluido. Simplemente deberemos aprender a repetir la oración con total fidelidad, total generosidad y total atención.
El don está otorgado. Todo lo que tenemos que hacer es abrirnos a él, darnos cuenta. Pero debemos encarar nuestra tarea y seguir nuestro camino con simplicidad, con humildad y con gentileza. Debemos aprender a ser muy gentiles con nosotros mismos cuando comenzamos a arraigar el mantra en nuestro corazón. Sólo necesitaremos un pequeño esfuerzo. Todo nos es dado; sólo se nos pide fidelidad  en nuestro diario peregrinar, para que se convierta en la cosa más importante de nuestras vidas. Por la fidelidad seremos conscientes de que el don nos ha sido dado. Luego, cuando en nuestra oración nos volquemos con la palabra, cada mañana y cada tarde, el don nos alcanzará y completaremos entonces el círculo.
John Main OSB. Silencio y quietud

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