La propia oscuridad de la fe es una prueba de su perfección. Es oscuridad para nuestras mentes, porque trasciende sobremanera su debilidad. Cuanto más perfecta es la fe, tanto más oscura se hace. Cuanto más nos acercamos a Dios, tanto menos se diluye nuestra fe con la media luz de las imágenes y los conceptos creados. Nuestra certeza aumenta con esta oscuridad, pero no sin angustia incluso duda material, porque no nos resulta fácil subsistir en un vacío donde nuestras facultades naturales no tienen nada propio que les sirva de apoyo. Y es en las tinieblas más profundas donde nosotros poseemos más plenamente a Dios en la tierra, porque es entonces cuando nuestras débiles mentes están más verdaderamente liberadas de las débiles luces creadas, que son tinieblas en comparación con Él; es entonces cuando estamos llenos de Su infinita luz, que nuestra razón le parece pura oscuridad. En esta suprema perfección de la fe, el Dios infinito se convierte en la luz del alma rodeado de tinieblas y la posee completamente con Su Verdad. Y en este inexplicable momento, la noche más profunda se hace día y la fe se transforma en entendimiento. Thomas Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación

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