Y me quedó...

Y me quedó del todo manifiesto que son buenas las cosas que se corrompen. No podrían corromperse si fueran sumamente buenas, pero tampoco se podrían corromper si no fueran buenas. Si fueran sumos bienes serían por eso incorruptibles; pero si no fueran buenas nada tendrían que pudiera corromperse. La corrupción es un daño por cuanto priva de algún bien, pues si no fuera así a nadie dañaría. Porque o bien la corrupción no implica año, lo cual es evidentemente falso, o bien, como es igualmente evidente, nos daña porque nos priva de algo bueno. Si las cosas se vieran privadas de todo bien no podrían existir en modo alguno; pero si existen y ya no admiten corrupción, ello será sólo porque son mejores y permanecen incorruptibles. ¿Y qué monstruosidad mayor que la de decir que perdiendo algo se hacen mejores? Por consiguiente: si de todo bien se ven privadas, nada son y si algo son, es porque son  buenas. El mal sobre cuya naturaleza y procedencia investigaba yo, no puede ser una sustancia, ya que si lo fuera sería buena. Entonces, no hay escape: o sería una sustancia incorruptible y por eso un sumo bien, o sería una sustancia corruptible que no podría corromperse si no fuera buena. Vi pues de manera manifiesta que tú todo lo hiciste bueno y que no existe sustancia alguna que tú no hayas hecho. Por otra parte, no hiciste todas las cosas igualmente buenas; por eso cada una tiene su bien y el conjunto de todas las cosas es muy bueno. Tú, Señor y Dios nuestro, lo hiciste todo muy bueno.


San Agustín. Confesiones

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría