El comienzo de la humildad es el principio de la bienaventuranza, y la consumación de la humildad es la alegría perfecta. La humildad contiene en sí misma la respuesta a todos los grandes problemas de la vida del alma. Es la única clave de la fe, que es el comienzo de la vida del espíritu, ya que la fe y la humildad son inseparables. En la perfecta humildad desaparece todo egoísmo, y nuestra alma ya no vive para sí, ni en sí misma para Dios, sino que está perdida, sumergida y transformada en Él.
Thomas Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación
Renovaos en la mente y en el espíritu
Para tender a la perfección , hay que revestirse del Espíritu de Cristo. Vicente de Paúl
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