Vida inquieta, frenesí de la ambición desmedida... ¡Qué mal comprende la vida el que la comprende así! la vida es soplo de hielo que va marchitando flores; no la riegues con sudores ni la labres con desvelo; la vida no lo merece: que esa ambición desmedida es planta que no florece en los huertos de la vida. Necio es quien lucha y se afana de su porvenir en pos: gana hoy pan y deja a Dios el cuidado de mañana. Vida serena y sencilla, yo quiero abrazarme a ti, que eres la sola semilla que nos da flores aquí. Conciencia tranquila y sana es el tesoro que quiero; nada pido y nada espero para el día de mañana. Y así, si me da ese día algo, aunque poco quizás, siempre me parece más de lo que yo le pedía. Ni voy de la gloria en pos, ni torpe ambición me afana, y al nacer cada mañana tan sólo le pido a Dios casa limpia en que albergar, pan tierno para comer, un libro para leer y un Cristo para rezar; que el que se esfuerza y se agita nada encuentra que le llene, y el que menos necesita tiene más que el que más tiene. Quiero gozar cuanto pueda, y, con acierto y medida, gastar moneda a moneda el tesoro de mi vida; mas no quiero ser jamás como el que amontona el oro y no goza del tesoro por acrecentarlo más. Quiero gozar sin pasión, esperar sin ansiedad, sufrir con resignación, morir con tranquilidad; que, al llegar mi postrer día, quiero pensar y decir: "Viví como viviría si ahora volviera a vivir. Viví como un peregrino, que, olvidando los dolores, pasó cogiendo las flores de los lados del camino; cantando he dejado atrás la vida que recorrí; pedí poco y tuve más de lo poco que pedí; que si nadie me envidió en el mundo necio y loco, en ese mundo tampoco he envidiado a nadie yo". Tras los honores no voy; la vida es una tirana, que llena de honores hoy al que deshonra mañana. No quiero honores de nombres; vivo sin ambicionar, que ese es honor que los hombres no me lo pueden quitar. José María Pemán.(1898-1981)

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