Y el hombre no puede tener mayor amor que sacrificar su mismo yo por el bien de todos los que son sus hermanos y hermanas por naturaleza y por gracia. Pues el espíritu es de mayor dignidad que la carne y por lo mismo es más valioso unir el espíritu a Dios (que es su vida) por el sublime alimento del amor que unir la carne al espíritu (que es su vida) por la comida de la tierra. Es importante, por supuesto, alimentar el cuerpo, pero si no alimentas también el espíritu, no has hecho nada. Los dos son buenos, pero el primero, por si mismo, es el mejor. Un cuerpo sano nunca merecerá la salvación; pero un espíritu robusto, aunque esté en un cuerpo frágil, no sólo puede merecer la salvación sino también llegar a la plena perfección. El libro de la Orientación Particular. Anónimo

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría