Si comienzas a analizar hasta el fondo de algo una o todas las sutiles facultades y las excelsas cualidades del hombre (pues es la más noble criatura de Dios), llegarás al final a las más lejanas conquistas y a las últimas fronteras del pensamiento para encontrarte allí a ti mismo cara a cara con el ser puro mismo. Y si te sirvieras de este análisis para elevarte tú mismo al amor y a la alabanza de tu Señor Dios que te dotó del ser, ¡y qué ser tan noble! (como puede revelarlo la meditación sobre la naturaleza humana), fíjate adónde te puede llevar eso. Al principio a lo mejor dices: «Yo soy existo; veo y siento que soy que existo. Y no sólo existo sino que poseo toda clase de talentos y dones personales». Pero después de hacer el recuento de todo esto en tu mente, aún podrías dar un paso más y recogerlo todo en una sencilla oración que abarca todo esto. Hela aquí: Lo que soy y la manera como soy con todos mis dones de naturaleza y de gracia, tú me los has dado, Señor, y tú eres todo esto. Yo te lo ofrezco, principalmente para alabarte y para ayudar a mis hermanos cristianos y a mí mismo. El libro de la Orientación Particular. Anónimo

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