Llega un momento en el tiempo

Llega un momento  en el tiempo, después de haber comenzado a orar, cuando la novedad egocéntrica se empequeñece y se hace notar lo ordinario de ella. Es, irónicamente, en este momento, cuando nuestro egocentrismo comienza a desvanecerse y la experiencia de plenitud comienza a crecer, que mucha gente abandona. La fuerza que en ese momento nos permite continuar, permitiendo que el misterio se expanda en el centro de nuestro ser, es lo que llamamos fe.
La Iglesia siempre ha sostenido que la fe es un don. La fuerza que nos permite viajar a lo profundo de lo ordinario de la oración es totalmente personal. Pone  de manifiesto en nosotros  una madura aceptación, pero que no es nuestra en el sentido pasivo o autode­pendiente. Conocemos  esa fuerza como la fe que el mismo Jesús nos comunica a través de su conciencia, que habita indivisiblemente en nuestro interior. Recibimos este poder de esta fuente que brota desde lo profundo de nuestro espíritu, en donde habita Su Espíritu. Lo recibimos también desde la palabra de fe pronunciada de innume­rables maneras, tanto por santos como por pecadores: la comunidad humana de los fieles.

John Main OSB. Silencio y quietud

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría

El patriarca Atenagoras