La oración es tan importante

La oración es tan importante porque es la conciencia pura de Jesús que quema nuestro ego. Su gloria es el poder de una humanidad plenamente realizada, y el comprometernos en una relación con esa humanidad nos posibilita para actuar más allá de los confines de nuestras autolimitadas percepciones. La gloria es lo que quema lo pecaminoso. El camino cristiano se centra en Cristo, antes que en las ilusiones de nuestra prisión egocéntrica. No  tenemos que concentramos  en nuestras ilusiones  o tendencias pecaminosas, sino, simplemente -y esto no significa fácilmente-,  permitir que la gloria de Cristo las disipe, denunciándolas como la simulación que son.
La gloria disipa completamente cualquier cosa que no sea gloriosa.
De esto se trata la oración cristiana. No  es el autorrechazo o la humildad engañosa. Ni  tampoco la dependencia  egocéntrica  o el temor a un Dios paternalista. Ni tampoco es el juego psicológico de nuestra propia mente.
La oración es transformación en gloria. Es vivir en armonía con el misterio de Dios en lo profundo del ser. Y al arraigarse en la realidad, se la conoce como arraigada en el gozo y en el amor. La oración es absolutamente realista y es el componente indispensable de un realismo saludable. La única realidad es Dios, que es amor, y el poder y la gloria de este amor se encuentran  en nuestro corazón (si los buscamos). Esta búsqueda es la peregrinación.


John Main OSB. Silencio y quietud

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