Alguna motivación

Cuando comienzan a orar tienen que tener alguna motivación. Tienen que tener un objetivo que les permita continuar, un empujón para comenzar el camino. No hay mejor incentivo que el alcanzar este estado de armonía interior y exterior. La paz es un objetivo noble y al mismo tiempo unificador. En muchas de las Sagradas Escrituras, tanto dentro  de las tradiciones  orientales  como de las occidentales,  esta meta es descripta como un estado de bendición, de gloria, de salvación o simplemente de vida. La sensación es estar plena y humanamente vivos. Entonces, si necesitan una motivación para orar, ésa debería ser la mejor de las motivaciones. Pero una vez que comienzan a orar regular y diariamente, comenzarán  a darse cuenta de que la oración opera por su propia dinámica.
Una vez que hayan comenzado a orar, se darán cuenta de que cada vez tienen  menos demandas y que ya no buscan recompensas. Oramos simplemente porque  ésta es la forma más clara que he­mos encontrado para alcanzar la sensación de plenitud y de unicidad, que está más allá de nuestro control o posesión, y que sólo puede ser disfrutada cuando podamos aceptarla como un don. En la oración descubrimos  que la aceptación  de este don es la razón por la cual se nos ha otorgado  la vida: para ser plenos, para ser uno, activando todo el potencial que nos pertenece para ser felices y para existir. La oración es para el espíritu, lo que la respiración es para el cuerpo.
John Main OSB. Silencio y quietud

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