En la raíz de todo progreso espiritual está el sentimiento abrumador de nuestra “ pobreza “.  Esta conciencia constituye la fuente de energía para la oración y, al mismo tiempo, el sólido fundamento sobre el cual se construirá todo el edificio de la salvación, hasta sus cimientos; después recibiremos una “ gran recompensa en los cielos “ (Mt 5,3-16).

La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony





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