No podemos comprender el designio de Dios sobre nosotros: de la “ nada “ nos creó iguales a él, dioses. Y todo nuestro ser, en el humilde enternecimiento del corazón, se prosternar ante Él: no como ante un señor riguroso, sino como ante un Padre, con un humilde amor. En la raíz de todas las tragedias del género humano está el orgullo.

La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

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