La oración es una energía de índole particular. Es la fusión de dos actividades: la nuestra, creada, y la de Dios, increada. En cuanto tal, la oración está en el cuerpo y fuera de él; incluso fuera de este mundo, fuera del espacio y del tiempo. Cuando nosotros nos encontramos en un estado de bienaventurado estupor por la visión de la santidad de Dios y, al mismo tiempo, en la desesperación por nuestra extrema indignidad ante un Dios así, la oración llega a un intenso sobresalto del espíritu, haciendo saltar el círculo estrecho de la pesadez material.

La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

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