“ Todo “ el hombre sufre al presentarse ante el Dios eterno, pero estos sufrimientos no matan sino que vivifican. Los tormentos del espíritu son, en su esencia, metafísicos. Pertenecen al luminoso reino de la inmortalidad. A través de ellos ascendemos más allá de los límites de la materia hasta el mundo de la Luz increada.

La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

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