Nuestra vida en la tierra no es más que un breve instante, otorgado por la bondad de nuestro Padre para que penetremos en el amor kenotico de Cristo; amor que supera nuestra inteligencia. Fuera de este camino nadie puede “ llenarse de la plenitud de Dios “ (Efesios 3,19).
La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony
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