Lo que tenemos que descubrir
Lo que tenemos que descubrir por nosotros mismos
es que Dios es la raíz de la que brotamos. Él es la tierra de nuestro ser. La
sensatez más elemental requiere que vivamos desde ese arraigamiento. Vivir
nuestras vidas arraigados en Cristo, sabiéndonos arraigados en él, como
experiencia cotidiana en nuestro cotidiano retorno a la oración, significa que
entramos en una estabilidad radical que es inexpugnable al cambio, a lo
pasajero, a la contingencia efímera. En el silencio de nuestra oración,
alcanzamos una experiencia de nosotros mismos como más allá de lo contingente.
Sabemos que somos y que estamos en Dios y en Él descubrimos nuestra identidad
esencial y significado único. La maravilla de la oración cristiana es que
descubrimos que tenemos un sentido para Dios. Lo sorprendente, lo apenas
creíble de la revelación cristiana es que nuestro sentido está nada menos que
llevar a Dios a la perfección. Es decir, estar tan en armonía con Él que
reflejemos todo el brillo de su propia gloria, toda la plenitud de su autocomunicación.
John Main OSB. El camino de la meditación. Momento de Cristo
Comentarios
Publicar un comentario