La conciencia

La única cosa que puede impedir resonar en la misma frecuencia que Cristo es lo que podemos describir como la autoconciencia, la hiperautoconciencia de sí, el egoísmo. Creo que no es ninguna exageración decir que el pecado original es esta conciencia de sí, porque la conciencia de sí da origen a la conciencia dividida. Esto es como tener un espejo entre Dios y nosotros. Cada vez que miramos al espejo nos vemos a nosotros mismos y no a Él. El fin de la oración es romper ese espejo de modo que dejemos de ver los reflejos de las cosas (lo vemos  todo al revés) incluyéndonos a nosotros mismos. La esencia de la oración es tomar por asalto al Reino de Dios. El espejo debe ser roto. Jesús está hablando acerca de superar la conciencia de sí, el ego reflejante, cuando dice que nadie puede seguirle si no se deja a sí mismo atrás.

Ahora bien, no se necesita saber mucho de la vida para percibir que esta auto-conciencia nos engaña haciéndonos creer que el universo entero gira alrededor de nosotros ; o bien de concluir que esta auto-conciencia es un estado deseable. Tal vez esta es la razón que nos trae a muchos a orar. No queremos mirar el espejo y ver todo al revés el resto de nuestras vidas. Queremos ver a través de él, más allá del espejo y más allá de nosotros mismos. Queremos mirar con valentía hacia el infinito misterio de Dios. Pero cuando empezamos a sentir ese primer debilitamiento de la conciencia de sí y cuando empezamos a entrar en un silencio más profundo en la oración, podemos sentirnos desubicados e incluso con miedo. Es aquí cuando necesitamos el apoyo de nuestro grupo de oración . Es por esto que es importante que nos reunamos con regularidad. Debemos darnos cuenta de que la fe es un don que nos es dado en abundancia, como dice San Pablo, si tan sólo nos abrimos a él y continuamos dando martillazos a ese espejo hasta que se haga añicos. Y la forma de amartillarlo es con nuestra oración. 



John Main OSB. El camino de la meditación. Momento de Cristo

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría