nuestros secretos

Para vencer nuestros apegos secretos, los que no podemos ver porque son causa de nuestra ceguera espiritual, nuestra propia iniciativa es casi siempre inútil. Tenemos que dejar la iniciativa en manos de Dios, que trabaja en nuestras almas, bien directamente en la noche de la sequedad y el sufrimiento, bien a través de los acontecimientos y de otras personas. Aquí es donde muchas almas santas se hunden y se destrozan. En cuanto llegan al punto en que ya no pueden ver el camino y tienen que guiarse por su propia luz, se niegan a seguir avanzando. No confían más que en sí mismas. Su fe es en gran medida una ilusión emocional, arraigada en sus sentimientos, en su naturaleza física, en su temperamento. Es una especie de optimismo natural estimulado por su actividad moral y animado por la aprobación de otras personas. Si otros se oponen a ella, esta clase de fe encuentra un refugio en la autocomplacencia. Pero cuando llega el momento de entrar en la oscuridad, donde estamos desnudos, impotentes y solos, donde vemos la insuficiencia de nuestra fuerza más grande y la vaciedad de nuestras virtudes más sólidas, cuando no tenemos nada propio en lo que apoyarnos, nada en nuestra naturaleza que nos sostenga, nada en el mundo que nos guíe o nos de luz, entonces descubrimos si vivimos o no por la fe. Es en estas tinieblas, cuando no queda nada de nosotros que pueda agradar o consolar a nuestra mente, cuando parece que somos inútiles y merecedores de todo desprecio, cuando parece que hemos fracasado, cuando parece que hemos sido destruidos y devorados, es entonces cuando el profundo y secreto egoísmo, que estaba demasiado cerca de nosotros para que lo identificáramos, es arrancado de nuestras almas. Es en estas tinieblas donde encontramos la verdadera libertad. Es este abandono el que nos da fuerzas. Es esta la noche que nos vacía y nos purifica.

Thomas Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación

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