Realmente lo que muchos no entienden, hasta que es demasiado tarde, es que, cuanto más intentas evitar el sufrimiento, tanto más se sufre, porque hay motivos más insignificantes que empiezan a torturaros, en proporción al temor a sufrir. El que más intenta evitar el sufrimiento, al final sufre más: su sufrimiento le llega de cosas tan pequeñas y triviales que ya no es objetivo en absoluto. Es su propia existencia,su propio ser, lo que es sujeto y origen de su dolor; su misma existencia y su conciencia es su mayor tortura. Esta es una de las perversiones que el demonio usa en nuestras filosofías para extraernos nuestra naturaleza interior y desentrañar nuestras facultades, volviendolas contra nosotros mismos. Thomas Merton. La montaña de los siete círculos  

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