Un hombre malo se enfadó con una hermosa palmera joven. Para estropearla, colocó sobre su copa una gran piedra. Pero cuando, años después paso otra vez por allí, la palmera se había hecho mayor y más hermosa que todas las otras del entorno. La piedra le había obligado a hundir más su raíces en la tierra, y así pudo también crecer más alto. La piedra había sido para ella un desafío. Las tentaciones son también un desafío para el monje. Ellas le obligan a hundir más sus raíces en Dios, a poner su confianza cada vez más en Dios, pues las tentaciones demuestran que, con sus propias fuerzas, él no puede vencerlas. La constante lucha le hace interiormente más fuerte y le permite madurar como hombre.
Anselm Grun OSB . La sabiduría de los padres del desierto.
Renovaos en la mente y en el espíritu
Para tender a la perfección , hay que revestirse del Espíritu de Cristo. Vicente de Paúl
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