Cada cristiano no es en virtud de sus propias fuerzas como echa la cruz a sus espaldas para ir a Getsemaní y después al Gólgota, “ porque separados de él no podemos hacer nada “ (Jn15,5). Aquellos a quienes ha sido conseguida esta extraordinaria GRACIA han anticipado la resurrección; y a los otros les queda como lote la fe en la misericordia de Dios.

La Oración, experiencia de eternidad. Archimandrita Sophrony

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