Para el alma

 Para el alma que por su simplicidad y lisura o equidad puede llamarse campo, el Verbo de Dios se hace flor y la enseña el comienzo de las buenas obras, mientras que, para aquellas que buscan ya mayor profundidad y escudriñan realidades más escondidas, como en los valles, el verbo se hace lirio, tanto por la claridad de su pudor como por el fulgor de su sabiduría, para que también ellas se conviertan en lirios que brotan de entre las espinas, esto es, que rehúyen los pensamientos y preocupaciones mundanales  que en el Evangelio se compararon a las espinas.

Orígenes. Comentario al cantar de los cantares

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