He aquí

He aquí cómo puede insinuarse la decepción. Un joven o una joven recién iniciado en el camino de la contemplación empieza a oír hablar del deseo por el que el hombre eleva su corazón a Dios, ansiando incesantemente experimentar su amor; oye hablar también sobre la tristeza (…). Considerándose vanamente diestro y sofisticado en la vida espiritual, no tarda en comenzar a interpretar lo que oye en términos literales y materiales, perdiendo completamente de vista el sentido espiritual más profundo. Y por eso violenta locamente sus recursos físicos y emocionales más allá de toda razón.

Despreciando la inspiración de la gracia y excitado por la vanidad y la presunción, fuerza su aguante tan mórbidamente que en poco tiempo se encuentra fatigado y extenuado en cuerpo y espíritu. Después siente la necesidad de aliviar la tensión creada buscando una compensación baladí, material o física, como relajación del cuerpo y del espíritu.

La nube del no saber. Anónimo

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