Uno debe aprender a estar [interiormente] libre en plena actividad. Mas para un hombre inexperto constituye una empresa inusitada llegar a un punto donde no le estorbe ninguna muchedumbre ni obra —para ello se requiere un gran fervor— y que tenga continuamente presente a Dios y que Él le resplandezca siempre, todo desnudo, en cualquier momento y en cualquier ambiente. Para esto se requieren un fervor bien ágil y dos cosas en especial: una [consiste en] que el hombre mantenga bien cerrado su fuero íntimo de modo que su ánimo esté protegido contra las imágenes que se hallan afuera, para que permanezcan fuera de él y no se paseen con él, ni lo traten de manera inadecuada, ni encuentren su morada dentro de él. La otra cosa [consiste en] que el hombre no se entregue ni a sus imágenes interiores, ya sean representaciones o un enaltecimiento de su ánimo, ni a las imágenes exteriores o cualquiera que sea la cosa que el hombre tenga presente, y que con todo esto no se desorganice ni se distraiga ni se enajene con la multiplicidad. El hombre ha de acostumbrar a todas sus potencias para que actúen así y se orienten en este sentido, mientras él se acuerda de su intimidad.

 

Maestro Eckhart. Tratados y sermones

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