El mismo amor incondicional que habita en Dios, habita en nosotros por la gracia, reemplazando el ego humano por el “Yo “ divino. Entonces empezamos a manifestar en la vida diaria, no nuestros prejuicios y nuestros faltos falsos yoes, sino la infinita ternura de Dios, su cuidado de todo lo que existe, sobre todo de los pobres y los necesitados. 

Thomas Keating. La condición humana

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría