El Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento nos habla de la paz y la alegría como expresiones de una vida centrada en Cristo. Pero, a menudo, estas palabras se convierten en meros términos del vocabulario cristiano. Hablamos de paz, amor y alegría y de los frutos del espíritu porque son estados que deben caracterizar nuestra vida juntos, pero no es frecuente llegar a ellos. Solo podremos alcanzar ese estado de gozo si el viaje hacia el centro va dirigido desde lo externo hasta nuestro interior. La meditación es un camino de paz porque nos anima a avanzar, a penetrar en lo más profundo, hacia ese centro interior del corazón donde se disuelven todas las ilusiones, el fingimiento y el autoengaño que nos bloquean el paso para alcanzar la paz. Debido a que tendemos a racionalizar continuamente nuestros deseos y prejuicios, necesitamos una práctica como la meditación que nos abra a una percepción más profunda que la razón.

Nunca encontraremos la paz en medio de nuestras preocupaciones y nuestros problemas. No llegaremos a la paz a través de ellos. El pensamiento es un falso laberinto que siempre nos devuelve al mismo y confuso punto de partida. La oración del silencio es el verdadero camino que nos lleva más allá del pensamiento y nos traslada al estado de paz que "supera todo entendimiento". Abandonar nuestras ansiedades es una de las mayores dificultades que encontramos, lo que demuestra la gran resistencia negativa del ego. Sin embargo, la forma de dejar ir las esclavitudes del ego es muy simple. Solo tenemos que comprender la verdadera naturaleza de la meditación: no se trata de pensar en nada, sino de no dejarnos arrastrar por los pensamientos. En la meditación anclamos toda nuestra atención en la palabra de oración y, así, los pensamientos quedan atrás.

En muchos de los laberintos antiguos, el centro estaba ocupado por un monstruo, -como el Minotauro en el Laberinto de Creta- que representaba el miedo y suponía una amenaza para la vida. Sin embargo, los laberintos cristianos situaron a Cristo en el centro, al que se llegaba tras un recorrido sinuoso que simbolizaba todas las vueltas y quiebros que encontramos en la vida. En Cristo, en el centro, encontramos la disolución del miedo, mediante la certeza final y fundamental del amor. La Oración es la obra del amor y es a través del amor, y no del pensamiento, como llegamos a conocer a Dios. El conocimiento que nos salva es el conocimiento del Amor.

Carla Cooper

Traducido por Comunidad Mundial De Meditación España

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