Que todas las voces canten al Señor! ¡Y lo ensalcen por su obra! ¡Que resuene un potente canto de alabanza para gloria de su nombre! ¡Que la gloria del Señor sea eterna! ¡Amen! ¡Amen!.
La alegría del amor místico a Dios brota de una liberación de todo egocentrismo por la aniquilación del menor rastro de orgullo. No deseamos ser exaltados, sino únicamente humillados; no ser grandes, sino pequeños a nuestros ojos y a los del mundo, porque la única manera de entrar en esa alegría es un menguar hasta desaparecer y ser absorbidos en Dios a través del centro de nuestra nada. El único modo de poseer Su grandeza es pasar a través del ojo del aguja de nuestra insuficiencia absoluta. Thomas Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación
El patriarca Atenagoras , que era un hombre de oración y también de relación, capaz de manifestar a sus hermanos la ternura de Dios, decía a propósito de la pobreza como condición para el amor: “Hay que pelear la guerra más dura, que es la guerra contra uno mismo. Hay que conseguir desarmarse.Yo he mantenido esta guerra durante años y ha sido terrible. Pero ahora estoy desarmado. Ya no tengo miedo de nada porque el amor expulsa el miedo. Estoy desarmado de la voluntad de tener razón, de justificarme descalificando a los demás. He dejado de vivir preocupado, celosamente crispado por mis riquezas. Acojo y comparto. No me apego de modo particular a mis ideas ni a mis mis proyectos. Si me presentan otros mejores, o sin ser los mejores, buenos, los acepto sin pena. He renunciado a las comparaciones. Lo que es bueno, real, verdadero, es para mí siempre lo mejor. Por eso no tengo miedo. Cuando no se tiene nada, ya no se tiene miedo. Si uno se desarma, se vacía; si se abre al Dios-Hombre que h
Comentarios
Publicar un comentario