Un quehacer espiritual

La oración es un quehacer espiritual, a veces difícil. Ahora bien, es un quehacer espiritual de amor y de deseo. No es algo que se pueda practicar sin esfuerzo, al menos al principio. Y la sinceridad, la humildad y la perseverancia de nuestros esfuerzos serán proporcionales a nuestro deseo. Éste deseo es, a su vez, don de la gracia. Cualquier persona que se imagine que simplemente puede empezar a hacer la oración sin pedir el deseo y la gracia para hacerlas, pronto abandonará. Ahora bien, el deseo de orar y la gracia para empezar a orar deben tomarse como una promesa implícita de nuevas gracias. En la oración, como en todo lo demás en la vida cristiana, todo depende de nuestra correspondencia a la gracia del Espíritu Santo.

Thomas Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación

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