Las distracciones

Las distracciones
La imaginación y la reflexión pueden arrastrarnos y llevarnos de “excursión”.
También lo de fuera es atrayente. Y cambiante: si nos fijamos en lo de fuera, nos ponemos interiormente en movimiento, y el silencio nos abandona. Dejamos de orar.
Durante el silencio uno recibe muchas “visitas”: ideas, conceptos, recuerdos, fantasías, etc. Son resistencias internas al silencio. Son, en el fondo, pasado y exterior.
Es muy fácil confundirnos con las visitas. Pero podemos limitarnos simplemente a verlas pues “el ojo que ve agresividad no tiene por qué estar lleno de agresividad”.
Debemos dejar que tranquilamente que se disipen las visitas, sin identificarnos con ellas.
“Existe un ‘parkinson’ espiritual que manifiesta nuestra confusión. Este pasaje de la Biblia [Gn 1,1-2] que estamos comentando dice que al principio existía la dispersión. Este origen expresa nuestra propia situación; es decir, el estado en que nos encontramos cuando nos disponemos a encontrar nuestro verdadero origen y encontrar a Dios, porque cuando uno inicia esta aventura espiritual advierte pronto su estado de dispersión, su constante parloteo, la imaginación no deja de ofrecernos fantasías y nos lleva de la ceca a la meca”(Desde, 25).

Comentarios

Entradas populares de este blog

La alegría