El desconcierto

El desconcierto, la oscuridad y la angustia causados por nuestros deseos impotentes prueban el éxito de nuestra oración. Pues si esta tiende sobre todo a establecer en nuestra alma un contacto vital de amor con el Dios vivo, entonces, mientras sólo produzca imágenes, ideas y afectos que podamos comprender, sentir y apreciar, aún no ha realizado toda su tarea. Pero cuando supera el nivel de conocimiento y de la imaginación, realmente nos está acercando más a Dios, ya que nos introduce en las tinieblas donde ya no podemos pensar en Él y, consiguientemente, nos vemos obligados a tender hacia Él a través de una fe, una esperanza y un amor ciegos. 

Thomas Merton OSB. Nuevas semillas de contemplación

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