El punto de partida
El punto de partida es la oscuridad y la ignorancia. Una
ignorancia muy diferente de la que se encontrará al término del camino. Porque
la ignorancia de los inicios está envuelta en tinieblas, mientras que la otra,
la sublime Ignorancia del término, está envuelta en luz, en una deslumbrante
Luz divina, tal como veremos.
La ignorancia del comienzo no es accidental, sino que es
un estado en que se encuentra el mundo tras la Caída Original. Para los Padres filocálicos,
esta Caída no es una hipótesis teológica, sino un dato de la experiencia. Sin
embargo, ese estado «caído» de nuestra naturaleza, ese nuestro estado de
pecado, separados de Dios, sólo se puede descubrir precisamente a partir de la
experiencia de Dios. Percibir esta separación u opacidad inicial no es evidente
por sí mismo, porque estamos sumergidos en las tinieblas, que nos impiden tomar
conciencia de ello. Sólo cuando el hombre tiene la experiencia de la Luz de
Dios, puede descubrir cuál es su origen y a qué destino está llamado: creado a
imagen y semejanza de Dios (Gen 2,26-27), está destinado a restaurar esa imagen
y semejanza y a convertirse en Dios por adopción, hijo en el Hijo de Dios.
Javier Melloni SJ. Los caminos del corazón: El conocimiento
espiritual en la «Filocalia»
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